Un Conejo Blanco | Montevideo
@|Las comparaciones son odiosas, sin duda, pero a veces inevitables o necesarias para evaluar; o como justas referencias que ayudan a diferenciar situaciones similares.
Referido al dinero, su manejo puede ser, a veces, una tentación y este hecho suele darse, a veces, en el ámbito de la política con bienes del Estado. Ese hecho se llama en cualquier idioma corrupción.
Me referiré a la inconmensurable que desde hace años sacude a la República hermana del Plata (para luego hacer la comparación) y que hoy, en una fuerte arremetida de la tan discutida justicia argentina renueva vigencia, manejándose cifras que parecen inverosímiles.
Solo haciendo memoria, para concluir en una comparación sobre corrupción, recordaré los millones de dólares de “los videos de La Rosadita”; los bolsos llenos de billetes de José López; las más de 600.000 hectáreas de estancia acumuladas por Lázaro Báez por el cuantioso robo al Estado con la obra pública (evaluadas por el fiscal Luciani en más de 1.000 millones de dólares); la condena a la dos veces presidente CF de K (jefa de la banda pergeñada por su esposo para robar al Estado) a 6 años de prisión e inhabilitación para ejercer, en el futuro, cargos públicos, por asociación en estafas de corrupción con el citado Báez; la condena al ex gobernador de Entre Ríos, Uribarri, a 8 años de prisión (estimando su robo al Estado en más de 100 millones de dólares); el juicio iniciado al ex presidente Alberto Fernández por “el caso Seguros” (amén de su juicio por violencia doméstica); la condena al ex presidente Boudou por cohecho en la función pública en el caso Ciccone (la imprenta que emitía los billetes del dinero argentino), Julio de Vido, Ricardo Jaime, Ricardo Etchegaray, Cristóbal López, Pablo de Souza (su socio), Juan Pablo Schiavi, José López, Milagros Sala y decenas de nombres de menos repercusión integran la interminable lista de la corrupción política en Argentina en este siglo.
Ese tema flagrante es un problema que afecta a los argentinos. El actual gobierno está tratando de sanear al Estado y nosotros no debemos preocuparnos, salvo cuando dirigentes como Orsi, nuestro Presidente electo, considera esa casta políticos clase A.
Definitivamente, las comparaciones son odiosas y humildemente, aunque nos duela que los hermanos argentinos nos superen otra vez, en esto no podemos competir con ellos…
Nuestros mayores casos de corrupción han sido en los últimos años, el colchón o los calzoncillos de Sendic, las trampitas de Placeres con Envidrio, las atenciones en el Hospital Policial de Carrera a sus amigos o un pasaporte muy comentado.
Definitivamente, no podemos competir. Dijera Kesman: “Es lo que hay, valor’’.