Un Conejo Blanco | Montevideo
@|Hace escasos días, los uruguayos concurrimos a votar y en poco más, democráticamente, volveremos a las urnas; unos con esperanza, otros con ambición.

Quienes apoyamos a la Coalición Republicana lo haremos con justificado sentimiento de expectativa de que la ciudadanía, reconociendo la gestión del actual gobierno, reedite este mandato.

La oposición de izquierdas coligadas, concurre con un ansia vehemente de lograr el triunfo en las urnas y recuperar el poder perdido.

Se enfrentan entonces, esperanza y ambición con iguales objetivos, pero diferentes fundamentos.

Esperanza: un estado de ánimo optimista basado en palpables resultados de una gestión de gobierno valorada, reconocida, elogiada y envidiada internacionalmente.

Ambición: un deseo ardiente de poseer algo que no se tiene. Según Wikipedia, especialmente riquezas, fama, poder u honores.

El FAPIT ha sufrido en lo más hondo la pérdida del poder, en consecuencia, sobre todo, el manejo del Estado, el cual mal usaron en su beneficio; acomodando adherentes que no hubiesen logrado en las elecciones puestos electivos; promoviendo emprendimientos fracasados y malversando demagógicamente dineros del Estado a su capricho populista. Ese ansiado manejo del gobierno que en sus 15 años supieron utilizar hasta la saturación, entregando un Estado con oneroso déficit fiscal y obeso al extremo, cargado de ñoquis que el gobierno actuante con no poco esfuerzo ha ido regularizando.

En estos días, la ciudadanía debe optar por la esperanza de reeditar otro período de un gobierno democrático de Coalición Republicana que ha demostrado con creces su idoneidad, o elegir la ambición.

Quienes esperan con fe la reelección, fundamentan su aspiración por haber gobernado con prudencia, justicia, templanza y fortaleza; virtudes naturales que justifican sobradamente, con innegable optimismo, su esperanza en lograrlo.