@|Con alivio y orgullo leo la nota sobre la deportación del extranjero que organizó una fiesta en medio de la peor crisis de salud mundial de los últimos 100 años.
El permiso de inmigrar a un país es un privilegio que se otorga a extranjeros por las autoridades pero también por el pueblo de un país, y es el inmigrante el que debe adaptarse a las leyes de su nuevo hogar.
Bienvenidas las culturas, la creatividad y la diversidad, además de nueva sangre para inversiones y emprendimientos, pero las leyes deben respetarse.
Es lamentable que algunos inmigrantes traigan consigo la misma mentalidad a la que reclaman escapar: la corrupción, el mal manejo de la ley, la falta de moral, ética y respeto.
En lo personal he sido inmigrante, he trabajado más de dos décadas ayudando a inmigrantes a conseguir sus papeles a través de Caridades Católicas, he estudiado la inmigración como Sociólogo, y en mi línea laboral me trato con inmigrantes que rompen la ley y son deportados.
Si van a Uruguay, el consejo es que se integren. La mejor manera de integrarse es la de colaborar respetando las leyes de tu nuevo país. Todo habitante de Uruguay debe apoyar una mano firme en la frontera y el cumplimiento parejo de la ley; las consecuencias son demasiado riesgosas.