Carlos Sarroca Solé | Montevideo
@|Significa imaginar un Uruguay floreciente. La evolución histórica y el final concretado son suficientes. Se consumó la conquista “revolucionaria”. Ahora, ¿será cierto que quienes han colaborado en ella deseen algo mejor?
El pueblo se cansó, el sistema naufragó, es el enunciado. Echar culpas, no remedia. Esa tenue relación entre tibieza social/ beneficios sociales, de larguísima data, enfrenta a su extremo: comunistas y tupas, intransigentes que no respetan la democracia.
¿Dónde quedó el Uruguay liberal, democrático, culto, la ex Suiza de América?
¿No será hora de pasar el plumero, ver la realidad y hacer lo hecho por naciones que luego de desastres salen adelante? Reconozcamos la necesidad de cambios o seremos otra Cuba o Venezuela.
El sistema político por fin saltó por los aires; no es con perfume y meros discursos sin profundidad, sino jugados a un proceso de cambio que la vieja casta conocedora del sistema debe entender, cediendo lugar a personas, gente preparada, consciente, creadora y capacitada. Viviendo el desarrollo de los que triunfan y ocupen los lugares que corresponde para ese sacrificio. No los viejos dogmas, muchos de ellos transformados en muletillas que se pensó permitirían seguir la fiesta. Así que despertar de la siesta y ponerse los pantalones.
Ahora el camino es cuesta arriba ya que quienes vienen tienen fuerza, letra y medios para convencer, tomando los dineros de los trabajadores a cualquier costo, para aceitar la maquinaria y mantener la claque. Las mentiras, son parte de la fuerza. No olvidar el gesto, el puño en alto. Los dictámenes de los López Obrador, Lula y demás son claras y contundentes.
Por lo tanto, la búsqueda comienza; primero llegar a esas personas que demuestren ser estadistas, conocedores de lo hay que hacer y cómo hacer para alcanzar fines verdaderos, que lleguen al pueblo, convenciendo que son realidad y no meros cuentos sin futuro. Afianzados en los principios de libertad, democracia, justicia, propiedad, hacerlos cumplir de inicio.
Crece el que trabaja. Empezando con la enseñanza y otros terrenos comprometidos, consolidando a los verdaderos trabajadores en sus labores, protegiéndolos para crecer.
Cuidado con la mal llamada justicia social, la cual hace sangrar al pueblo para fortalecer esos sistemas dictatoriales de soñar sin hacer. Porque los que vienen se quieren perpetuar en el poder e imponer su filosofía extranjera.