Dr. Carlos Sarroca Solé | Montevideo
@|Argumentos añejos de realidades uruguayas.
La ignorancia.
Nació el Uruguay como nación, con supuesto futuro promisorio. Sus primeros pobladores intuyeron el valor de esas tierras que hollaban. La esperanza de oro y plata trocadas por ganado cerril, tesoros orejanos. Con tardanza explotaron la mismísima Naturaleza, habiendo que perseverar en la tierra pródiga. La facilidad del sustento comenzó a horadar la obligación y el espíritu de progreso, influyendo en el crecimiento emprendedor, falta de ideas y compromiso para el éxito.
Surgieron contiendas con el vecindario y ambiciones, ligadas a los reinos originarios. Conjunto fuente de dilaciones, muertes e ignorancia, principio – la siesta uruguaya-. Resultante en un terruño que todo lo ofrecía, sin escollos de magnitud, oportuno para la libertad en un territorio inhabitado, propicio para fecundar, si se gestiona.
Allí surgió el gaucho, pero no el trabajo.
Hecho que incorporó Artigas, ilustración y enseñanza.
Los años pasaban, territorios colonizados más tardíamente, progresaban raudos.
Las persistentes luchas por la patria y sus patrimonios contribuyeron al deterioro, influenciado por el centralismo capitalino, señor del puerto, de los bienes y contactos con comarcas, complicando el incremento físico e intelectual; con una división entre campo y capital.
El hecho de la socialización temprana, oportuna para el centralismo, no aportó a la campaña beneficios. Los logros sociales del estatismo conservador y el caudillismo no contaban con osadía sobre trabajo y producción, ni progreso humano y su intelecto, aumentando la disidencia y el atraso manifiesto de la campaña; cuyos enfrentamientos e intereses, nacionales y otros, causaron la devastación y muerte. De allí los adalides y centros de poder. La tierra arrasada, el abigeato, el eterno contrabando llegaron a extremos.
La Nación en una debacle de luchas, en cansino y escaso desarrollo nacional en ese ambiente de miseria. Mientras que los escasos períodos de paz mostraban aptitud al obtener logros, demostración de lo que debería ser y hacer. La influencia de contiendas lejanas confirmaron esos valores al necesitarlos, más, finalizadas, volvía el estancamiento; manifiestas influencias imperiales.
Mientras, se fue afianzando en la Patria, además de los caudillos y su entorno, una condición: el político y su espacio en los partidos.
En sus inicios señores, algunos con experiencia académica y otros con facilidad de palabra y cercanías con el pueblo. Pero, la falta de objetivos e ideas influyeron en el quietismo.
Ese impulso creativo existente, no llegó. Esa rémora intelectual y de avance para producir completaron el desenlace; convergiendo deterioro intelectual y dependencia pública. Estancados en el no hacer, sin comprender que trabajo, ciencia e inteligencia son los fundamentos; o sumergirse en el abandono del totalitarismo y vivir como serviles de tiranos, perdiendo la identidad, la libertad y la democracia.