Intercambios y contradicciones

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@|Dos jugadores rivales que pertenecen a cuadros tradicionalmente rivales intercambiaron camisetas y este gesto generó molestias, enojo y comentarios despectivos de parte de muchas personas, incluidos algunos dirigentes deportivos.

¡Qué ejemplo de tolerancia, de convocatoria a pacificar los ánimos en una sociedad cada vez más violenta y enferma de resentimiento!

Se supone que el deporte tiene por finalidad promover el sano entretenimiento, las virtudes humanas, el espíritu de equipo, la resiliencia, el aprendizaje en cómo ganar y cómo perder. También se fue gestando a través del deporte una buena y mayor conexión entre sociedades, barrios, ciudades, países y continentes en el entendido de que es un juego, no una guerra.

Si se adoptan actitudes como la de estos dirigentes en este caso, ¿qué se puede esperar cuando estemos ante otras situaciones como son las divergencias y los enfrentamientos políticos, sociales o ideológicos? ¿Cuál es el mensaje para las promovidas y consentidas barras bravas, que solamente se dedican a romper y destrozar todo lo que se les presenta por delante, incluyendo a veces las vidas humanas de los hinchas del cuadro adversario?

En otros lares, en diversas culturas y sociedades, intercambiar camisetas entre cuadros tradicionalmente rivales es algo no solamente normal, sino fomentado como positivo. Es algo similar a visitar las sedes de otros partidos políticos adversarios, o saludar con gallardía y prontitud al candidato vencedor en una contienda electoral. Estos gestos se ven como algo enaltecedor y constructivo para todos.

Parecería que, en nuestro país, que buenos ejemplos ha dado en estos aspectos, en el deporte, por algunos está mal visto.

Y después, ¿vamos a quejarnos del auge de la violencia social, de la intransigencia e intolerancia a la hora de pensar, discutir y proponer soluciones para nuestros temas y problemas cotidianos? ¿No será más bien un claro ejemplo de incoherencia, de contradicción, de cerrazón mental y mirada corta?

Esto nada tiene que ver con desearle siempre los peores resultados adentro de una cancha al rival tradicional. Eso es otra cosa. De lo que se trata es de entender que, con este tipo de actitudes de malestar y enojo por un simple intercambio de camisetas, se borra con el codo lo que se pretende escribir con la mano.

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