Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|Luego de haber padecido una dictadura de doce años, celebramos al iniciar la presente Legislatura cuarenta años del retorno a la democracia, en la que la rotación de los distintos partidos políticos en el ejercicio del poder muestra a la ciudadanía, a la región y al mundo -sin lugar a dudas- la vigencia y consolidación del sistema democrático y republicano de gobierno, contenido en las normas de nuestra Carta Magna.
Este movimiento rotatorio, decidido por el Cuerpo Electoral, ha otorgado la responsabilidad de gobernar a los tres partidos políticos, y cada uno de ellos ha marcado y seguirá marcando su impronta que, en esencia, podemos concluir, es lo que los hace diferentes.
Resulta necesario en todo caso, en favor de la institucionalidad, fortalecer la coherencia entre el decir y el actuar para que la ciudadanía y el votante de a pie reciba mensajes claros ya que: no todo es igual.
Porque no debe dar lo mismo invitar a los eventos de la transmisión de mando, que tendrán lugar en nuestra ciudad capital, a dictadores inescrupulosos que viven a costa del pueblo al que cercenan sus libertades más básicas, que a los legítimos representantes de regímenes democráticos.
Por ello, también debemos celebrar que no se haya hecho lugar a las invitaciones que pretendía remitir el gobierno electo, a los gobiernos de tres oprobiosos regímenes totalitarios de nuestro continente, con el pretexto de “invitar a aquellos gobiernos con los que tenemos relaciones diplomáticas”, como pretendió justificar un próximo jerarca del nuevo gobierno.
La justa y acertada decisión del actual titular del Poder Ejecutivo, no hizo más que fortalecer la apuesta de nuestro país y de la gran mayoría de nuestra población por la democracia y los principios republicanos.
Y esto, más allá de las actuales “nuevas mayorías” que les han confiado el gobierno. Es lamentable comprobar que la resistencia a llamar a las cosas por su nombre no les ha permitido ofrecer una definición clara del concepto que tienen de esos regímenes políticos, que tanto daño han hecho y continúan haciendo a sus respectivas sufridas poblaciones (ciudadanos venezolanos, cubanos y nicaragüenses que han debido –cuando han podido- emigrar por miles, para respirar libertad y construir sus futuros y el de sus familias, en otras tierras) situaciones que nuestro país ha denunciado y hecho públicas en los foros internacionales que corresponden.
En algún momento, la verdad histórica superará al relato político interesado y quedarán al descubierto quienes han prohijado a estos regímenes totalitarios, a cuyos dictadores -algunos de sus dirigentes más connotados- les han rendido pleitesía; y los ciudadanos informados a cabalidad sabrán aquilatar quién es quién en nuestra República. Tarea informativa y educativa nada despreciable, y por cierto de largo esfuerzo, compromiso y dedicación que vale la pena encarar, si del fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas y de la vigencia de la libertad se trata.