@|El tema de las jaurías de perros no es culpa de ellos, ellos son víctimas del abandono de sus dueños y de la inacción del Estado. Sin nada que comer es lógico que busquen y ataquen lo que encuentren, lo hacen también los seres humanos.
Por cierto que la vida de las ovejas, corderos o terneros valen los mismo que la de los perros.
La diferencia es que los perros lo hacen en situación de extrema necesidad y la solución no pasa nunca por matarlos sino por legislar, tipificar delitos y establecer penas a quienes abandonen, torturen, lesionen y maten a perros y gatos; extender el chip que pueda identificar a sus dueños y aplicar todo el peso de la ley contra esos dueños irresponsables así como verdaderas campañas de castración en todo el país y apoyar a los refugios.
Me consta tanto el daño que hacen los perros hambrientos en la campaña, como el de los animales domésticos abandonados, lastimados, torturados, asesinados; como el enorme esfuerzo personal que hacen cientos de dueños de refugios para mantener a miles de animales que fueron rescatados.
Es obligación del Poder Ejecutivo y del Parlamento dejar de darle largas a estos asuntos y legislar pronto protegiendo a perros librados a su suerte, en el campo y en la ciudad.
Hacer campañas de castración gratuita por todos los rincones del país; concientizar desde la escuela sobre el respeto a la vida animal y la importancia de adoptar. Proveer de recursos a las protectoras de animales que son un ejemplo.
Jamás la matanza de perros hambrientos puede ser la solución. Al contrario, es evadir las responsabilidades del Estado.