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Jesús de Nazareth

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María del Carmen Liñares | Montevideo
@|Faltan pocos días para que se conmemore el nacimiento de Jesús de Nazareth, fecha sagrada para la comunidad cristiana y para la humanidad, aceptado como un hecho histórico de tal magnitud que marca una diferencia de una era, antes y después de Cristo.

Un hombre que nos trajo la enseñanza que lleva su nombre - “Cristianismo”- cuyo principio básico de amor a Dios y al prójimo fue estandarte de su paso por un mundo por el que estuvo brevemente, pero dejando una huella inmensa que permanece indeleble más de dos mil años después de su nacimiento.

A pesar de ser el nuestro un país laico, esos mismos principios de solidaridad y fraternidad son también parte de nuestra idiosincracia, independientemente de cualquier creencia religiosa.

Este es un momento del año en el cual el análisis personal espiritual es insoslayable.

Como no existe hecho que no tenga una razón de ser y que no esté previamente determinado, es bueno entonces que aceptemos el destino que nos fue designado en nuestro ciclo de la vida. No obstante ello, hacer una retrospección de lo sucedido es deseable para sacar conclusiones que nos hagan mejorar como personas y corregir lo que sea necesario.

Los cristianos creemos que todos los seres humanos somos hijos de Dios, independientemente de creencias o religiones. Y como tales, compartimos con la humanidad la alegría del nacimiento de Jesús llevando este mensaje de esperanza al mundo entero, esperando que bendiga e ilumine a todas las naciones.

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