Alejandro Nelson Bertocchi | Montevideo
@|En el año de 1494, siguiendo las directivas del Papa Alejandro VI, se firmó en la ciudad castellana de Tordesillas, entre españoles y lusitanos, el archiconocido tratado que lleva el nombre de dicha localidad, donde se repartía el mundo en dos espacios bajo exclusiva soberanía de los reinos ibéricos.
De esta forma, se tiraba de polo a polo una línea meridiana de demarcación entre ambos a unas 370 leguas al oeste del archipiélago de Cabo Verde, donde surgía el espacio oriental del cono suramericano bajo soberanía portuguesa siendo su extremo cortante más austral de dicha recta, ubicado precisamente sobre el punto denominado Cananea, a unos 265 km. al sur de la actual mega ciudad de San Pablo. Como se hace reiterativo en las páginas de la Historia Iberoamericana, los términos de ese convenio fueron burlados por la corona lusitana, bajo el palio continuista de la dinastía de los Braganza que reinó en Europa hasta 1910 y en Brasil como Imperio hasta 1889, donde finalmente se consagró la República. La diletante diplomacia española nunca logró siquiera mitigar la notoria geofagia de sus vecinos desatándose largos conflictos (cinco a causa de la Colonia del Sacramento) donde el tratado de Madrid de 1750, se lleva la palma, inscrito como uno de los errores más pesados de los Borbones. El posterior tratado de San Ildefonso de 1777, logró anular en referencia a los territorios del Río de la Plata buena parte de lo escriturado en la anterior firma, y como sabemos, al paso de los tiempos y aprovechando los procesos independentistas habidos en nuestra zona, fue todo también precisamente violado por mano militar y diplomática; en ese caso, con un profundo corrimiento hacia el sur, con la entrega de las Misiones Orientales, no olvidando que el Imperio del Brasil pretendió llevar nuestra frontera hasta el río Arapey, un hecho impedido por el General Rivera en la Navidad de 1828.
En este extrañamente poco divulgado espacio histórico, en sucesivas publicaciones, tenemos bajo la firma del Dr. Edison González Lapeyre un preciso relato del tema. Siguiendo este ámbito al tener al frente un mapa de Sudamérica el notable corrimiento de fronteras que beneficiaron al Brasil, se hace patente y bien podemos señalar que solo Chile no ha perdido tierra ante ellos; aunque, en forma indirecta hasta Ecuador fue afectado por la política de Itamaraty con la firma del Protocolo de Río de Janeiro que detuvo su conflicto armado de 1941 con el Perú, pues la intervención de la diplomacia norteña y estadounidense obró para alejar a Quito de la cuenca amazónica, estando objetado aún por la diplomacia ecuatoriana y la opinión de sus referentes, el arbitraje diplomático brasileño sobre la zona de la Cordillera del Cóndor.
En exclusiva mención a nuestro país quizás el acercamiento del Presidente electo con Brasilia sirva para sacar del cajón a la isla Brasilera y el Rincón de Artigas. ¡Ojalá!