@|Con motivo de la apertura de visitas a la ex cárcel del MLN, promovida por el Ministerio de Defensa Nacional, se han producido comentarios a favor y en contra de tal medida.
Los que se pronuncian a favor (entre los que me incluyo) sostienen que esto ayuda a la mejor comprensión de lo que nos fue llevando a la dictadura y confirmar que el terrorismo en el Uruguay comenzó por lo menos 10 años antes del Golpe de Estado y tuvo relaciones internacionales de promoción y apoyos concretos.
Los que se oponen (de íntima relación con los terroristas) dicen que esto es igualar ambos terrorismos; el de los tupamaros y otras bandas actuantes, con el de Estado, registrado luego del Golpe de Estado. Y en eso caen en su propia trampa ya que los que hablan de dos terrorismos parten de reconocer que uno sucedió al otro y que, por tanto, tienen íntima relación como de causa y efecto.
No se trata pues ni de justificar uno u otro, sino de condenar ambos por la misma causa. O sea que los dos van contra la libertad de pensar y actuar de las personas. Derecho humano para hablar en términos actuales. Y además, que es imposible hablar de uno sin el otro, ya que se interrelacionan efectivamente por sucederse: primero el de la Cárcel del Pueblo y luego el otro, que tampoco tuvo razón de existir.
Lo grave es que los críticos queden en una posición de limbo, ya que sólo cuestionan al segundo y no tienen tanta energía con el primero. Más aún, coexisten con agrupaciones que tienen ese origen e incluso en sus documentos no hacen condena de ese pasado y tienden a justificarlo; cuando fue muy claro que actuaron, a sabiendas, contra un gobierno legítimo, de un país que respetaba todas las garantías democráticas y no merecía ese ataque de ninguna manera.
60 años después de esos hechos, todavía hay quienes no admiten que la historia es presentar todos los hechos y no sólo los que nos gustan o favorecen.
Los hechos son eso y no pueden ni deben desconocerse. Salvo que no sea su fidelidad lo que nos mueva.