Enrique Martínez Larrechea | Montevideo
@|Desafío central de la Coalición Republicana.
El Programa de Gobierno del Partido Nacional contiene propuestas de política educativa que ofrecen continuidad en el rumbo, el incremento de las acciones positivas ya iniciadas y, fundamentalmente, innovar en aspectos clave. La sola continuidad, o la mejora incremental, siendo necesarias, no son ya suficientes.
La educación uruguaya arrastra algunos problemas estructurales, un núcleo duro de cuestiones pendientes de larga duración, cuya resolución reclama una visión nacional, una política con vocación de política de Estado y decisión para formularla.
Insuficiente e intermitente asistencia en la educación primaria; aprendizajes aun insuficientes en toda la educación obligatoria; desafiliación institucional al culminar el ciclo básico, fuertemente condicionada por el nivel socio-económico y la ubicación residencial de los hogares de los estudiantes, en muchos de los cuales los jefes de hogar carecen del nivel educativo adecuado para generar los ingresos necesarios; y, como resultado de todo ello, una baja tasa de egreso oportuno de la enseñanza media superior, que nos pone muy abajo en la comparación internacional. Mientras que en otros países de la región se gradúa un 80%, en el Uruguay, solo lo hace un 50%, en alguna medida sin los niveles de aprendizaje convenientes para continuar estudios superiores e insertarse exitosamente en la vida social y en el sistema productivo.
Estos resultados aseguran varias consecuencias negativas: una peor cultura de convivencia; debilidad del capital social; menor creatividad colectiva; menos innovación; mayor desigualdad social; ingresos insuficientes para las personas, déficit de formación profesional; falta de competitividad de la economía, entre otros.
El Programa propone la expansión de programas pilotos basados en la experiencia de los Centros María Espínola; el avance decidido hacia un sistema basado en cargos docentes (y no en horas); el seguimiento y personalización de las trayectorias educativas y un Programa de Educación Cívica y para la apreciación de los Valores.
Varias innovaciones en especial resultan claves: una transformación estructural de la formación docente que asegure un proceso de formación armonioso, y altos niveles formativos, con potencialidad para impactar en la mejora generalizada de los aprendizajes; un Examen nacional de egreso de la educación obligatoria, de carácter diagnóstico y formativo y la propuesta de una Ley de Educación Superior (no una “ley de educación”, como se ha dicho en varias publicaciones).
Generar un sistema culturalmente integrado y de calidad en la educación superior, con plena libertad de enseñanza y aprendizajes, será un instrumento decisivo de transformación y universalización del egreso de la media, además de un potenciador de múltiples ventajas competitivas del país. Por el camino de la desconexión de los niveles educativos, sin un sistema de educación superior contribuyendo en la calidad de los perfiles de egreso de la media, no será posible dar el salto de justicia y calidad que requiere la educación uruguaya.
El Frente Amplio ofrece lo de siempre: el control burocrático de la educación, en manos de las corporaciones adictas, cien por ciento metropolitanas, como sustituto de su total falta de acuerdo interno (entre, por ejemplo, los técnicos de Eduy21 y las estructuras jurásicas), una fractura constante, desde la reforma de Rama al “cambio de ADN”…
La buena noticia es que en varios de los programas de los partidos de la Coalición Republicana se reconoce la manifiesta coincidencia con las innovaciones propuestas por el Partido Nacional.
La Educación debe ser, sin duda, una entre las cinco políticas públicas prioritarias del próximo gobierno de la Coalición Republicana y las arriba indicadas, deben ser asumidas como transformaciones decisivas para el país.