@|Al iniciarse la semana de turismo, tradicional “feriado largo” para algunos y vacaciones para muchos, se produjeron interminables filas de vehículos con personas de todas las edades, que se dirigieron hacia Argentina, por la frontera de Fray Bentos.
Esta situación -previsible- se repetía en la “vieja normalidad” en puntuales fechas del año, entre ellas Carnaval -Turismo- feriados “largos” en uno y otro país- fin de año, etc.
En este año, era más que esperable que ocurriera lo que ocurrió, entre otras, por las siguientes razones:
El cierre por casi dos años de la frontera terrestre con Argentina en razón de la pandemia, lo que “aisló” a miles de compatriotas y también argentinos de sus familiares, amigos y hasta de sus bienes inmuebles.
La apertura de la frontera argentina, bajo determinados requisitos documentales, despertó -obviamente - un ansia por viajar a ese país, siempre tan atractivo para nosotros en todos los órdenes, sumado, exponencialmente, la situación cambiaria muy favorable para quienes, como nosotros, viven en un país dolarizado.
En consecuencia, estaban dadas las condiciones para que, como ocurrió, miles de personas se trasladaran en vehículos particulares hacia Argentina. Ellos sufrieron un verdadero calvario, dentro de su vehículo o a la intemperie, algunos por hasta 14 horas, para lograr pasar la frontera.
Esta situación, previsible, debió ser anticipada, dados los antecedentes, por las autoridades del Ministerio de Turismo, Migración y Aduanas, disponiendo medidas como la dispuesta por la Presidencia de la República, agregando casetas de control en coordinación con las autoridades argentinas, y en aplicación del acuerdo de Control Integrado de Fronteras (mercosur/gmc/resNo 29/07 y logro 20), así como personal que orientara a quienes no tuvieran la documentación en orden, en especial la declaración jurada exigida. Así como algún servicio de emergencia, considerando que viajarían personas mayores y niños.
Toda esta situación merece una explicación de las autoridades y tal vez algo más, que refleje un mínimo respeto para el ciudadano (y contribuyente). Por supuesto, ni se nos ocurre que asuman, públicamente, su responsabilidad, pero por lo menos un pedido de disculpas.
Por eso llama la atención las declaraciones- casi coincidentes- de los señores: Subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio y del Director de Migración, Eduardo Mata (El País 12.04.2022) en lo que ambos, palabra más palabra menos, expresaron: “Hay que viajar a otras horas”, suena a burla.
Hay una expresión que se ha vuelto muy común que refiere a la persona (o personas) que viven en su mundo ajeno a la situación que lo (los) rodea. Esa expresión, es “vivir en un tupper”.