@|La mentira es como una ola que produce una gran distorsión en nuestras mentes, una disonancia mental. Ha sido muy utilizada últimamente en la política profesional.

Pero para la escritora Marta Fernández, “La mentira”, título de su último libro, está implícita en los mitos fundacionales de la civilización: Adán, Eva y la serpiente, el caballo de Troya, Jesús (para el filólogo Antonio Piñero es un héroe judío que luchó contra los romanos, no obstante, no resucitó), el pánico que causó “La guerra de los mundos”, de Orson Welles, en la sociedad estadounidense, es falso, etc.

Es decir, siempre existieron los bulos, que pueden nacer de algo verdadero, evolucionan, cambian al cabo del tiempo, y se adaptan a su contexto. Por ejemplo, según el sociólogo Pablo Vergel, el ovni es la gran mitología del siglo XX, o sea, un mito moderno. En la antigüedad esas “luces” eran asociadas a lo religioso, a lo divino.

En mi opinión, la divulgación de noticias falsas y la desinformación, revierten a la verdad generando dudas, desconfianza y pánico social.

Por otra parte, las noticias que son verdaderas quedan opacadas. Por ejemplo, quién creería que en 1396 días como presidente, Bolsonaro hizo 6504 declaraciones falsas (fuente “Aos Fatos”). Sin embargo, muchos creyeron en Brasil, cuando Bolsonaro dijo, en plena pandemia del Covid-19, que si las personas se vacunaban contra el Covid, se transformarían en yacarés o contraerían sida.

Así se distorsiona la realidad para manipular a la gente.

Cada uno debe luchar contra esta infamia, contrastando la información, evitando propagar lo falso y la diseminación del odio por las redes sociales. Además, se debería legislar en pro de leyes que frenen un mal muy peligroso. Si no, puede ser que llegue un punto en el que no podamos creer en nada ni en nadie.