La Hora del Planeta

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@|El pasado sábado 26 de marzo, día de la Hora del Planeta, que busca concientizarnos sobre el cambio climático, las emisiones contaminantes y la contaminación lumínica, salí a caminar.

Bajé el íngrimo repecho, doblé a la derecha, anduve 300 metros y llegué al cantero central que está bordeado de árboles, arbustos y plantas, en la avenida Caetano Álvares. Mientras daba los primeros pasos, noté una gran cantidad de semillas, semillas pequeñitas, que estaban diseminadas por doquier. Esta es la forma natural que tienen los árboles de perpetuar su especie, siempre variada. Además, conviven en el mismo espacio, tanto gigantes como minúsculos vegetales.

Pero, ¿por qué los humanos, grupo mínimo entre las otras formas de vida, tenemos tantos problemas de convivencia?

Los psicólogos advierten de la consecuencia de este conflicto social: el aumento de la disonancia cognitiva. Esta disonancia es nefasta para nuestra mente, que es la encargada de equilibrar lo interior con lo exterior.

La Hora del Planeta quizás sea un recurso ambiental, y a la vez psicológico, que creamos porque nuestro espíritu hace de puente con el futuro, se refleja con lo absoluto, y nos dice que debemos prevenir una hecatombe de la vida.

Debemos combatir el mal, derribando la ceguera moral.

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