@|Por una pésima gestión de sus autoridades, el puerto de Montevideo ofrece un panorama caótico desde el punto de vista sindical y operativo.
Desde el punto de vista sindical, porque en el Acuerdo con TCP- Katoen-Natie, en ninguna de sus 18 páginas se tomó en cuenta a los trabajadores, que han reaccionado con medidas sin precedentes en la historia reciente ante ese grosero ninguneo; y desde el punto de vista operativo, por la ausencia de eficacia en los servicios que nuestra principal terminal portuaria está brindando en abierta contradicción con lo establecido en el artículo 1º de la Ley de Puertos que establece que: “La prestación de servicios portuarios eficientes y competitivos constituye un objetivo prioritario para el desarrollo del país”.
En ese escenario tan caótico de decenas de buques que no pueden operar en nuestro puerto con los perjuicios consiguientes, se agrega el de la operativa de los camiones que trasladan, diariamente, a este puerto, miles de toneladas de productos de exportación y que, sin duda alguna, nos atrevemos a calificar como inaceptable desde el punto de vista logístico y humano.
A simple vista, los lectores podrán apreciar, con frecuencia, en la rambla portuaria, colas de camiones que esperan para entrar sus productos al puerto, horas y horas, con colas que llegan hasta el Estadio Tróccoli.
Ello constituye no sólo un abuso a los trabajadores que operan esos camiones que, a veces, deben permanecer en los mismos prolongados períodos que han llegado a ser de más de 20 horas, sino además, un severo perjuicio a los propietarios de los camiones y a los exportadores que utilizan ese medio de transporte para cargar sus productos en los buques de ultramar. Pero además, esa demora genera una mayor estadía de esas naves con el costo consiguiente que puede estar entre 20 y 40 mil dólares por día, según el buque.
Es tan repudiable lo que está sucediendo, que se dan situaciones que afectan la dignidad de los trabajadores que, para no perder el turno, deben de hacer sus necesidades fisiológicas en la calle y, por el otro, que los despachantes de Aduana les recaban la documentación y las firmas correspondientes a los mismos en plena rambla portuaria…
Sería bueno que el Ministro del MTOP, José Luis Falero, que es un importante empresario de autotransporte terrestre, tomara cartas en el asunto.
Ante tanto desconcierto, ante tanto ninguneo a los trabajadores, ante el ominoso caos que impera en nuestra principal portuaria, sólo me cabe reclamar, enfáticamente, que se tomen, urgentemente, las medidas necesarias, para que vuelva a ser la palanca de desarrollo de nuestro país, como lo fue a partir de la Ley de Puertos N° 16.246 del año 1992, que se constituyó en uno de los logros más relevantes de la Presidencia del Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera.