La mentira solapada

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@|La semana pasada, en un programa periodístico de la tarde, fue invitado el Senador Bergara para conversar sobre un tema de actualidad. La reunión transcurrió en un plano de intercambio de ideas entre el invitado y los panelistas, sin mayor trascendencia explicando y consultando sobre el tema vinculante, hasta que en un momento uno de los panelistas, como parte de una frase, le recordó al invitado su simpatía con el gobierno venezolano.

La cita fue interrumpida por el senador del FA, aclarando que su simpatía era con el pueblo y no con el gobierno y la conversación continuó en armonía.

Quedó latente, aunque no era parte del tema tratado; otra mentira solapada del relato ideológico del FA que en la misma forma que defiende a Venezuela, lo hace con Cuba y Nicaragua.

Estos países gobernados por gobiernos autócratas, por dictaduras largamente establecidas, no pueden ser calificados bajo ningún aspecto de democráticos y merecen la denuncia y el escarnio de países y organizaciones donde se elige libremente por el voto de sus ciudadanos.

¿Alguien con honestidad intelectual puede afirmar que en Cuba no haya desde hace décadas una familia dominante que, con la excusa de una revolución justa, se perpetuó en el poder como partido único manejando el país isleño a su albedrío conveniente?

El Comandante Chávez y hoy Maduro engañaron a su pueblo, imponiendo por la fuerza un gobierno que paulatinamente fue eliminando los partidos opositores; proponiendo una falsa democracia con burdas elecciones fraudulentas con los líderes opositores presos; y llevando con su corrupción e ineptitud a su país a una bancarrota inexplicable que ha obligado a emigrar a más de 6 millones de ciudadanos.

Y el colmo de la corrupción es Nicaragua; el gobierno de facto de Ortega acusando de conspiración y apresando a más de 50 líderes políticos para lograr la presidencia por 5ª vez y un 4º gobierno consecutivo; eliminando libertades y pactando con Rusia, Cuba, Venezuela e Irán convenios que incluyen maniobras de asesoramiento militar con la clara intención de perpetuarse en el poder.

Los pueblos que dice defender Bergara viven en el mayor estado de pobreza humana soportable, carenciados en alimentos y medicamentos. Y si su pensamiento fuese honesto y no una burda mentira ideológica, su prédica y sus acciones deberían dirigirse íntegramente, sin la mínima dilación, a combatir tan flagrantes dictaduras, reconociendo y luchando contra estos gobiernos como la enorme mayoría lo pregona, en aras de reintegrar a sus pueblos la democracia que supieron vivir.

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