Alberto Rodríguez Genta | Montevideo
@|La política y el fútbol tienen esas cosas. Como que estupidizan a la gente detrás de un fanatismo y una especie de unción mayor, dado por sus fanáticos, o seguidores, a sus referentes. Y los hombres se sienten admirados, y reverenciados, ante una multitud que -más obsecuente que creyente -aplauden cada una de sus manifestaciones. Y fundamentalmente, celebran aquellas manifestaciones en contra de sus oponentes.

Por ello, me interesa analizar la posición y las palabras del candidato a la Presidencia de Uruguay por el Frente Amplio, Yamandú Orsi; consultado sobre el discurso que dará el mes próximo en la Asamblea de la ONU, en Nueva York, el Presidente electo de Uruguay, Lacalle Pou, y mediante el cual pretende referirse a la vergonzante crisis desatada durante las últimas elecciones en Venezuela. “Creo que es una oportunidad donde hay 150, 160 jefes de Estado, que se pueda ejercer una presión importante sobre lo que, a todas luces, ha sido un fraude electoral”, expresó Lacalle Pou. Y esa es la finalidad, pues, de un organismo mundial como la ONU.

Y en respuesta a esos dichos, Orsi hizo un comentario irónico, en alusión a la incidencia que las palabras de Lacalle Pou podrían tener en la resolución del conflicto. “Tiembla Maduro, ¿eh?”, fue su interrogativa expresión, brindando luego su opinión al respecto. “Los que van a decidir sobre Venezuela son unos tigres, ahí hay un interés de los monstruos más monstruos del mundo: Rusia, Turquía, Estados Unidos, Irán. Capaz que escuchan lo que nosotros decimos como país, capaz que se conmueven. Dudo. Eso no tiene nada que ver con lo que yo pienso de las elecciones en Venezuela, que para mí fueron un desastre”, dijo Orsi.

“Hay que buscar bastante mejor cuál es el rol del Uruguay en una región y un mundo tan complejos. Uruguay siempre tuvo vocación de paz y de articulación, las veces que hemos sacado pecho, por lo general, nadie se asustó. Hay que reclamar democracia, está bien; Venezuela nos duele y las elecciones fueron cualquier cosa”, afirmó. (¿Recuerdan el cómo te digo una cosa te digo la otra, de Mujica?).

Tratando de lograr aplausos cómplices entre los más radicales de sus simpatizantes, Orsi minimiza al Presidente electo de Uruguay, y descalifica la posición y opinión de nuestro país, como parte de organismos internacionales que luchan por mantener la paz y los derechos humanos frente al resto de la humanidad. A la par que envalentonan a un dictador y un régimen nefasto para toda la sociedad latinoamericana.

Sí; dije bien. Descalifica la presencia y opinión de Uruguay y de cada país miembro de las Naciones Unidas, quitándoles credibilidad y poder de negociación, de acuerdo a su fortaleza con respecto a los más y mejor armados. Ridículo sería pensar que de por sí solo, Uruguay pudiera modificar decisiones o conductas de otras naciones. Ridículo es también no recordar que la fuerza de organismos como la ONU se basa en las decisiones de sus 189 países asociados, cada quien con su postura y sus propias opiniones.

No se trata de que Uruguay saque pecho, ni de asustar a nadie, ni de que escuchen lo que nosotros decimos como país, ni de que se conmuevan. Se trata de fijar posiciones conjuntas denunciando actitudes indignas que perjudican a buena parte de la humanidad, más allá de las decisiones y acciones de los más tigres y los más monstruos del mundo. ¡Pero parecería que de esto, Orsi no entiende nada! Grave para un próximo y posible presidente del país.

Y le pregunto entonces: ¿cuál es el rol de Uruguay en una región y un mundo tan complejo? ¿Callarse la boca y no denunciar a estos dictadores baratos que han arruinado a sus países y torturado, asesinado y expulsado de su tierra a millones de sus conciudadanos? No, Yamadú; hay que agarrar un poquito los papeles de los tratados internacionales, y tomar posiciones conducentes a mejorar la vida de nuestros compatriotas latinoamericanos.

Lo demás, es miopía.