Milagros Ruete | Montevideo
@|Una vez digeridos los resultados electorales y de cara a un competitivo escenario político para ambos candidatos en la lucha por encontrar el diferencial de votos que les dará la victoria en noviembre, y contando con que se renueve el entusiasmo y energía que necesita la Coalición para enfrentar dicha competencia, me gustaría ir más allá de los resultados inmediatos.

Se vislumbra una estrategia política a largo plazo. Un Lacalle Pou empoderado, visionario, que logrará lo que ningún otro candidato hubiese imaginado, ni logrado jamás: unir a los dos partidos tradicionales de nuestro país en una fórmula única de cara a las elecciones de 2029, consolidándose como líder indiscutido capaz de capturar bajo un mismo paraguas los votos del electorado de la Coalición bajo un candidato único, asegurando a diferencia de estas últimas elecciones, unos mejores resultados parlamentarios y seguramente negociando un sucesor joven y colorado para las elecciones de 2034.

En estas elecciones era necesario tener opciones, y una sana competencia entre los candidatos, recogiendo así el mayor número de votos que fuera posible; movilizando al electorado; invitando a candidatos novedosos que pudieran captar a los desencantados, a los jóvenes; brindando opciones de candidatos minoritarios que, por fuera del arco tradicional, pudieran atraer a votantes hastiados con las gestiones de gobiernos anteriores, ya sea del Frente Amplio que de los partidos tradicionales.

Bajo su poder de mando y liderazgo indiscutido en la Coalición y contando con el alto nivel de popularidad y satisfacción a nivel nacional e internacional, que quizás hasta supere sus propias expectativas, Luis Lacalle Pou consolida en su persona la transformación de la “vieja política” e incluso la propia identidad del Partido Nacional y de la estructura de la dinámica electoral.