Daniel R. Olascoaga | Montevideo
@|En los últimos días, diversas informaciones de prensa dan cuenta de la posición de los distintos sectores respecto a de qué modo debería integrarse el Honorable Directorio del Partido Nacional y quién debería presidirlo.
En tiempos de liderazgos claros e indiscutidos, la presidencia del cuerpo ha recaído sobre el líder natural o mayoritario del Partido. En estos tiempos sin lugar a dudas que ese liderazgo lo ostenta el actual Presidente de la República, Luis Lacalle Pou. Sin embargo, la decisión del Presidente de no ocupar ese cargo deja al Partido en la situación de tener que elegir a otro compañero para tan importante tarea.
Los tiempos que corren implican un Directorio pro activo, moderno, con manejo de prensa y redes, que se dedique a la formación política de cuadros, que mantenga un buen relacionamiento internacional, entre otras tareas, pero que, por sobre todo sea la polea de transmisión entre los blancos y su dirigencia.
Es por ello que, sin ingresar a manejar nombres concretos, creemos que la conducción partidaria en las actuales circunstancias es una tarea que requiere, no solo dedicación completa, sino también una serie de cualidades proyectos de trabajo, los que serán indispensables a la hora de llevar adelante una estrategia política de largo aliento.
En primer lugar, queremos destacar que la conducción partidaria debe ser una tarea exclusiva, 24/7. Es decir, no puede haber un presidente del Directorio part-time, que reparta su tiempo entre la actividad parlamentaria o de otra responsabilidad de gobierno con el indispensable trabajo partidario. Creemos que los legisladores tienen una enorme tarea por delante desde la oposición, la coordinación con los demás legisladores de la Coalición Republicana, la negociación con los legisladores oficialistas y todas las demás tareas inherentes a la labor parlamentaria. No parece lógico sumar tan importantes responsabilidades, sin dudar que existen compañeros que las puedan asumir; nos parece más adecuado que cada quién realice la tarea que tiene por delante dedicando todo su tiempo a ella.
Dicho lo anterior, nos parece que la conducción partidaria debe tener como característica principal ver al Partido en clave de unidad (la Unión nos hará Fuerza) y no desde un liderazgo sectorial. Quienes conocemos el funcionamiento partidario, sabemos que muchas veces el internismo nos ha jugado en contra.
Debe ser un o una dirigente reconocido/a, que tenga capacidad de diálogo hacia adentro y hacia afuera. Hacia adentro, trabajando con la coordinación de las bancadas, con los gobiernos departamentales y con todos y cada uno de los dirigentes, desde los más encumbrados hasta el humilde compañero que habla en nombre de sus vecinos en cualquier barrio o localidad. Debe entonces ser una persona que escuche las inquietudes y problemas y busque soluciones.
Debe tener buen diálogo con el resto de la Coalición Republicana, pero también con el gobierno, sin que esto último no implique ser quien marque la cancha al Frente Amplio, exteriorice las posiciones del Partido y juegue también el partido de la opinión pública.
La tarea que se viene es demasiado importante como para entrar en una lógica de disputas de cúpulas o sectores, si así lo hiciéramos flaco favor les estaríamos haciendo al Partido.