@|La vida es fuerza, es energía, es existencia y es vigor. No se transfiere, ni se adeuda. No se compra ni se regala.
Sin embargo, en alguna oportunidad, hemos escuchado a modo de reclamo: “Yo que te di la vida…”, o haciendo referencia a nuestros orígenes: “les agradezco que me dieron la vida”.
¿Le debemos la vida a alguien?
Podemos agradecer los cuidados recibidos, el cariño, la educación y la contención en etapas vulnerables. Pero “deber la vida” es otra cosa.
Cuando una operación es exitosa: ¿se le debe la vida al cirujano? Cuando alguien nos detiene a tiempo y evita un accidente: ¿le debemos la vida?
Desde una postura religiosa uno podría decir que le debemos la vida a Dios o argumentar desde la evolución, los átomos y el Big Bang.
Honrar la vida y agradecer el poder disfrutarla es diferente a deberla.
Implica apropiarse de ella: nos obliga a cuidar algo que nos pertenece desde el primer segundo.