@|Los Protocolos de los Sabios de Sion es un libelo antisemita publicado en 1905 en Rusia por Sergei Nilus. Su intento fue presentar a los judíos como conspiradores contra el estado, describiendo “planes secretos” para dominar el mundo. Esta obscenidad fue utilizada por la extrema derecha y la extrema izquierda desde entonces, y eso sigue hasta hoy, entre otros, por parte de Hamas.
Pero la pasada semana, el espíritu y la idea del autor del libelo volvió al país de origen. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia Sergei Lavrov, que lleva 18 años en el cargo y que comenzara en la era soviética con Breznev y continuara después sin que los cambios políticos le hicieran mella, dijo en un medio italiano ante una pregunta del periodista de cómo podía decir que Zelensky es nazi cuando es judío, que eso no tiene nada que ver ya que “Hitler también tenía sangre judía”, y como no le alcanzó con eso, agregó que “por mucho tiempo hemos escuchado de boca de los judíos que los más grandes antisemitas son los propios judíos”.
Estas abominables expresiones de Lavrov fueron contestadas severamente por Israel. El ministro de RREE Yair Lapid señaló: “El más bajo nivel de racismo contra los judíos es acusarnos de antisemitismo”. Nosotros creemos que fueron expresiones dichas desde un lodazal reencarnando no sólo los Protocolos de los Sabios de Sion, sino además un lenguaje de odio que los judíos han conocido en Rusia desde los pogromos de los zares a las matanzas y persecuciones del régimen comunista soviético.
Pero no se terminó el lunes. El martes, la miseria humana escaló alto para contestar las manifestaciones del gobierno de Israel. La Cancillería rusa publicó: “Los dichos de Israel explican en gran medida por qué el actual Gobierno israelí apoya al régimen neonazi de Kiev. El origen judío de Zelensky no excluye que Ucrania esté dirigida por neonazis. La historia conoce, lamentablemente, ejemplos trágicos de cooperación entre judíos y nazis como los Judenrat”.
Los Consejos judíos o Judenrat en idioma alemán, fueron establecidos por orden de los alemanes en las comunidades judías de Europa ocupada por los nazis. Era implementar las órdenes o morir sabiendo que a la larga todos terminarían en los vagones de ganado rumbo al exterminio. Había que constituirlos, sin alternativas. Los Judenrat estaban encargados de transferir a los judíos desde sus hogares a los guetos, de mantener el orden posible en el caos existente, de la distribución de las míseras raciones de comida suministradas por los alemanes. También establecieron organizaciones de ayuda mutua, hospitales, clínicas médicas y orfanatos.
Pero, a partir de 1940 recibieron la orden de proporcionar “mano de obra” para “trabajos forzados”. El camino al exterminio. Hubo críticas y controversias sobre los consejos, antes y después de la guerra porque todas las decisiones había que tomarlas bajo amenaza y pena de muerte. ¿Qué hubo excepciones? Obvio. En el escenario de la Shoá ¿quién se cree ética y moralmente capacitado para juzgar a las víctimas?
80 años después, y reeditando Los Protocolos de los Sabios de Sion, un jerarca sí se cree capaz de regurgitar sobre Auschwitz, Treblinka, Maidanek, Sobibor, Bergen Belsen. Hoy, en Rusia hay quienes proclaman que la URSS derrotó sola a los nazis y liberó a los judíos en los campos. Pues bien, veamos. Rusia firmó un pacto con los nazis el 23 de agosto de 1939, ambos invadieron Polonia y se la repartieron, mientras comenzaban a cometer atrocidades contra la población civil. Cuando Hitler invadió Rusia, Occidente y los rusos derrotaron a los nazis. Sumando fuerzas. Y en los campos no liberaron a nadie. Cuando llegaron los rusos y los demás, los nazis habían huido, y lo que sí encontraron fueron cenizas, cámaras de gas, hornos crematorios y sobrevivientes esqueléticos.
Hoy, mientras se cometen crímenes de guerra y de lesa humanidad en Ucrania, Israel celebra 74 años de vida libre e independiente. El pueblo judío apuesta por la vida. Tres días después de los dichos del Canciller de Rusia, Putin se habría disculpado con Israel, pero no sobre la difamación contra los consejos judíos en los guetos, sino sobre la “ascendencia judía de Hitler”, un exabrupto que no borra una “disculpa”. Lo dicho, está grabado y escrito. Y concuerda con una larga historia de antisemitismo que también está registrada en el tiempo y la memoria.