@| Hoy, cuando tanto se discute sobre si el regreso a clases será bueno o no, si es contraproducente o no el retorno a las aulas frente a una cuarentena relativa de más de sesenta días, sería oportuno escuchar qué propuestas tienen las nuevas autoridades de la Educación para reducir el analfabetismo, un flagelo que afecta a gran parte de la población uruguaya (3% de los uruguayos mayores de 64 años son analfabetos y casi el 60% no estudió más allá de la escuela primaria), pero que responde a años de ausencia de medidas serias e integrales en torno al tema.
Un factor común entre los quileros de la frontera uruguaya, es el bajo grado de formación y una indiscutible necesidad de trabajo para subsistir. Según el Instituto Nacional de Estadísticas de este país, desde 1996 el índice de analfabetismo en departamentos fronterizos, como Artigas y Cerro Largo con 3%, duplica el guarismo nacional de 1,5%, siendo mayor aún en la población masculina de Tacuarembó y Rivera, propiciándose así el contexto inevitable para el crecimiento del contrabando, del trabajo informal y hasta la desocupación en estas zonas de frontera.
Como dice James C. Scott en “Los dominados y el arte de la resistencia”: “ni la insurrección ocasional se puede entender sin tener en cuenta los espacios sociales cerrados en los cuales esa resistencia se alimenta y adquiere sentido”. Por eso, para entender el panorama en que jóvenes y hasta adolescentes se vuelcan a quilear, para comprender en su verdadera dimensión las reducidas posibilidades laborales en que padres de familia salen a la ruta para bagayear, debe tenerse en cuenta el factor nivel de educación formal promedio en las zonas de frontera (no en vano, por ejemplo, Cerro Largo posee el menor índice de especialización técnica y universitaria del país -7,0% y 3,6% respectivamente-), y cuánto repercute esto en la práctica del quileo.
Es imposible no hablar de la relación costo-beneficio entre la inversión en educación y el progreso de la sociedad; y a su vez, no recordar a aquel Intendente que con una empatía sin igual supo entender la realidad de los más necesitados y a su manera también supo luchar por esa “utopía bárbara”, que fue Saviniano “Nano” Pérez (1947-1955), el que sin importar lo que pensaba el Presidente del momento -Don Tomás Berreta-, resolvió enviar periódicamente los camiones municipales a la frontera para traer alimentos (arroz, fideos, harina, yerba, azúcar, café) que luego eran vendidos al costo en Mercado Municipal “para defender la mesa de los pobres”, frente a las penurias que la mayoría de los pobladores del Departamento sufrían, especialmente en los barrios periféricos, donde el pobrerío crecía y padecía las miserias de una gran desocupación y falta de oportunidades.
Si queremos dejar de sufrir la muerte de ciudadanos debajo de la carga de una moto, si queremos parar de olvidarlos allá en un rincón donde a nadie le importa, es necesario que se implementen planes de educación para adultos y adultos mayores, y asimismo que se incentive y motive a los adolescentes y jóvenes para que no deserten porque no creen posibles sus sueños y esperanzas, porque no ven otra alternativa más que salir a la ruta a quilear, o porque no existe en el medio una fuente laboral suficiente que le dé a todos la posibilidad de una vida digna.
Por eso, es imprescindible reducir y acabar con el analfabetismo, promover la superación personal y propiciar la capacitación laboral, que conjuntamente con otras medidas, permita alcanzar un mejor Índice de Desarrollo Humano a todos los habitantes del territorio nacional, incluso a los de la frontera.