@|Pasaron 63 años desde el día de su partida y sigue su imagen en nuestra memoria tan nítida y fresca que, por momentos, lo vemos salir por la ancha puerta de la quinta de la calle Larrañaga y confundirse entre los compañeros de todas las horas.
Suavemente golpea la espalda de don Carlos Frones o acaricia la barba del tímido rostro de Fray Generoso Pérez.
Apura el paso para encontrar la mano de don Juan Carlos Raffo, que arma un cigarrillo con papel Jaramago, y bromea con don Santiago Issi mientras observa a Atilio que dialoga con Passadore. Detrás del tronco del árbol caído, Garrido con Mario Heber, Carlitos Arraga, Marito Esteban y Manolo proyectan hacer confeccionar en la “Silencieuse” media docena de camisas para el “viejo”.
Marujita Soares de Lima, María del Pilar Barnetto y Albita Regueiro esperan la sonrisa y la frase afectuosa del Jefe.
Este domingo está muy concurrida la quinta.
Discretamente, Omar de Feo planea su cosecha.
Lo dijo Quijano ... “vivió como si fuera inmortal y hasta nos hizo pensar que sí lo era”.
Hoy vive y “agita afiebrado nuestro pensamiento” como él lo dijera, removiendo aquellas ideas “inconmovibles que siempre rigieron su sencillo andar”.
¡Presente mi Jefe!