Dra. Diva E. Puig | Montevideo
@|Se fue Mary Brown, otra grande de la protección animal, que en Uruguay comenzó con la Esc. Olga Baldomir con quien colaboré durante muchos años. Su trabajo lo extendió a toda América Latina donde recibió importantes premios y reconocimientos.
En Uruguay somos muy mezquinos en eso. Ni siquiera una calle de Montevideo recuerda su nombre. La Esc. Baldomir gastó su gran fortuna para ayudar a los animales que tenía en la sede de ADEA (Asociación Defensa de Animales), así como en distintos hogares a los que llevaba perritos para ser cuidados por un responsable y mes a mes les hacíamos llegar la comida necesaria y vigilar su estado.
Y varias veces me la encontré caminando por cualquier barrio de Montevideo con una bolsa con comida por si encontraba algún animalito hambriento.
También la llevaba a vacunar perros de familias que vivían en contexto crítico. Hacía muchas campañas de castración de perras y gatos. El que podía colaboraba con algo y el que no, no lo hacía, pero el trabajo se hacía.
Y hoy fue la exquisita Mary Brown quien se ha ido, dejando 250 animales en su chacra que están a cargo solamente de su hijo. Confío en que la conocida solidaridad uruguaya permita que estos animales puedan seguir recibiendo los mismos cuidados aunque su “madre” haya partido.
Me voy a concentrar en algo que vengo haciendo desde hace mucho y que era el desvelo de Mary y es la urgente necesidad que de una vez los legisladores uruguayos comprendan que los animales sienten, sufren y muchas veces son abandonados o castigados ferozmente; como una perrita que desgraciadamente tengo de vecina y que luego de más de tres años de denuncias, INBA vino a decirme que “gozaba de bienestar” ( sic) y que “cerraban el caso”. De bienestar este organismo solo tiene el nombre.
Por ello no se puede esperar más para votar la ley que los declare sujetos de derecho y se apliquen sanciones a quienes los maltraten, etc. Me refiero a sanciones penales que se correspondan con la tipificación de delitos cometidos contra ellos. Basta de hacer oídos sordos y solo hablar de los que trabajan, por ejemplo ayudando en rescates, como perros guía en desastres de todo tipo, pero después pasan al olvido.
Uruguay no puede continuar cerrando los ojos ante esta cruda realidad.