@|Nuevamente nos encontramos enfrentados a un dilema que contrapone los intereses del monopolio de una empresa estatal establecida por Ley 8.764 del 15 de octubre de 1931 y el desarrollo de nuestros puertos y aeropuertos como ejes de un verdadero impulso que, en su autenticidad, apunta al interés nacional y con ello al bienestar de nuestros habitantes.
Una vez más, los representantes de la oposición -que fuera gobierno en los últimos quince años en tiempos de la mayor bonanza económica de la que se tenga memoria- pretenden estigmatizar a los partidos que conforman la coalición de gobierno, atribuyéndoles intereses poco cristalinos, “entre gallos y medias noches” (fue la expresión que utilizaron en las redes) pretendiendo significar que, “pasito a pasito”, se busca la desmonopolización de Ancap.
Son los mismos actores que nada dijeron de la desastrosa administración de la misma empresa pública, cuya capitalización se hizo imperiosa para evitar su quiebra, debiéndose reponer casi mil millones de dólares una vez constatado el déficit inocultable producido por negocios ruinosos, que a la postre pagamos todos. Como tampoco nada expresaron de las resoluciones de la justicia penal, que encontró responsables de delitos a jerarcas de su pelo.
Se advierte un doble discurso una vez más y van… y en la pretendida “defensa de las empresas públicas” quien termina pagando los platos rotos es el contribuyente. Contribuyente que por cierto, no participó de los desbordes presupuestales de una celebración con la que se agasajó a extranjeros vecinos, ni de la tarjeta corporativa con la que se adquirieron bienes que nada tenían que ver con los negocios de la empresa estatal. Son los mismos actores políticos de visión sesgada que, pese a sus títulos universitarios, no pudieron explicar válidamente que ello sucediera en una empresa monopólica que debiera dar ganancias.
Hicieron bien los representantes de la coalición de gobierno en extender a los aeropuertos lo que antes habían aprobado con respecto a los puertos.
Se debe impulsar de una vez por todas, el crecimiento de nuestro país, generando riqueza, sin perder negocios que significan puestos de trabajo genuinos, y que harán más competitivos tanto a nuestros puertos, como a nuestros aeropuertos (los que serán tenidos en cuenta en los planes rutas comerciales tanto por vía fluvial marítima como aérea).
Ancap mantendrá su monopolio en todo lo referido al mercado interno. La realidad de nuestro país y del mundo ha cambiado en estos casi noventa años desde la creación de esta empresa industrial y comercial del Estado.
Hoy más que nunca, debe seguirse honrando el espíritu con que los legisladores de aquella época impulsaron su nacimiento, que no fue otro que el superior interés general y el bienestar de nuestros habitantes.
Esta formidable idea, no puede ser obstáculo para alcanzar el desarrollo que la seriedad y solidez de nuestras instituciones, el funcionamiento de nuestro sistema jurídico, así como nuestra privilegiada situación geográfica, nos brinda.
Todo ello debe permitir presentar a nuestro país como la mejor opción a la hora de expandir negocios en la región y realizar inversiones sustentables.