@|En octubre llegué del exterior, tratando de escapar de un modo de vida restrictivo y asfixiante.
Al ser uruguayo, no tuve mayores inconvenientes para ingresar por la frontera; y “aterricé” en Tres Cruces. Hasta ahí, todo normal dentro de la anormalidad que nos impone esta pandemia.
Fue poner un pie fuera y la sensación de estar en otra ciudad, me invadió.
Gente pidiendo "una moneda", basura de todo tipo y color volando por el viento, contenedores rebalsados y rodeados de desechos como si un poseído los hubiera vaciado con desenfreno y dejado todo tirado en la calle, veredas rotas y sucias, paredes escritas con graffitis para nada artísticos, gente con semblantes oscuros y adustos, indigentes que asemejan a espectros de películas de terror.
Y todo esto, aderezado de una mala onda desconocida para mí.
¿Qué pasó?, me dije. ¿Qué fue de la "tacita de plata"?
El Montevideo que fue una ciudad pujante, cálida, de gente amable y solidaria, limpia... giró 180 grados hasta convertirse en lo que es hoy.
Más allá de la pandemia, se nota una ciudad gris, triste, agresiva e insegura... muy insegura.
Se suponía que tras tantos años de un gobierno de izquierda, hoy el panorama social y ambiental iba a ser muy diferente.
Una pena como te han dejado Montevideo. Una pena, de verdad.