Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Con la caída del muro de Berlín, el comunismo quedó desnudo frente al mito de defensa del proletariado frente a la oligarquía, ya no era posible seguir disfrazando el totalitarismo con prendas de obreros.

Ropas que han quedado usadas como prendas íntimas, que siguen ahí pero, ya no se muestran.

Pero los ideólogos encontraron en esa derrota la clave de continuidad de su pensamiento opresor, salen del cajón del sufrido obrero, que hoy vive y tiene vacaciones y ambiciones, para crear colectivos, variados, surtidos, uniendo en temas comunes como el género una diversidad de frustrados, ineptos, anónimos que ven una razón de ser, atacando a todo aquel que piense o se exprese en forma contraria a la verdad colectiva.

No olvidemos el intento del FA de poner una ley que condena a quien difiera de la verdad establecida por la izquierda.

Nadie puede negar que la utilización de conceptos positivos ha penetrado en la mente débil, que se suman al aceptar políticas y leyes de género que son contrarias al sentido común.

El ver o sentir que se ha perdido el rumbo en políticas de género es arriesgarse a la censura, las acusaciones y la violencia del colectivo, ese mismo que reclama su libertad de expresión cuando calla voces contrarias a su predicación.

Hay una sola violencia de mil caras que debemos condenar; basta de colectivos que buscan beneficios y recursos del Estado para limitar la libertad individual.