El Gramillero | Montevideo
@| Se ha verificado no pocas veces en la historia política de nuestro país el caso de ciudadanos destacados en algún rubro que son convocados –o se sienten atraídos- a integrarse a la actividad política. Por ejemplo si son convocados a dirigir un Ministerio.

En muchos casos se nota de entrada que esos ciudadanos brillantes, destacados en otros campos, no han entendido bien cómo es el terreno en que se han metido, el terreno de la política. Quizás, en algunos casos, guarden en su fuero íntimo un condescendiente menosprecio hacia los políticos profesionales como gente sin más reglas que la conveniencia partidaria y capaces de decir un día una cosa y la semana siguiente la contraria.

En base a ese presupuesto creen –con error, gravísimo error- que al entrar en la política entran a un mundo de fulleros y que si aceptan entrar en esa liga tienen que jugar con las reglas de juego que en esa liga se practican.

Eso hace que el ciudadano que en su actividad anterior cultivaba como deber obvio la verdad lineal, pase a creer que en su nuevo territorio se permiten cosas que no eran aceptables en su actividad anterior.

Juan Castillo, cabeza del Partido Comunista del Uruguay, dijo claramente cuando se empezó a hablar de Oddone: “no es la persona adecuada para Ministro de Economía del Frente Amplio”.