No todos lo somos

@|Hace pocos días, en ocasión de asumir la Presidencia del Senado, subió a ocupar el sillón de quien debe manejar con orden y ecuanimidad las sesiones, la senadora Della Ventura luciendo una camiseta negra con la inscripción: “Todos somos familiares”.

Tal hecho, reprobado por varios de sus pares, encierra una flagrante mentira que, como muchas que ha llevado adelante la izquierda uruguaya, forma parte del falso relato que se intenta implantar de los tristes años de terrorismo y represión. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme y aunque el compasivo silencio cómplice del pueblo uruguayo no lo diga, en una inmensa mayoría “no somos familiares”.

Los familiares de aquellos oníricos guerrilleros y quienes creyeron en ellos parten del error que la historia los hará héroes, cuando sus acciones terroristas fueron la causa del colapso social devenido, con las consabidas consecuencias.

Toda acción provoca reacción, por la elemental razón de causa y consecuencia y este axioma es irrefutable, no admite discusión. No lo entienden así familiares de detenidos desaparecidos, irreconciliables, quienes reiteradamente reavivan su rencor y atizan el fuego.

Los Tupamaros fueron la causa, el gobierno de facto la consecuencia.

Los Tupamaros fueron la causa, radicales ideológicamente disconformes, creyendo oportuno el momento para imponer su anárquico pensamiento, cayeron y fueron desaparecidos como consecuencia.

Docenas de políticos que fueron presos por su rebeldía “racional” en su lucha por la democracia, fueron liberados, lograron finalmente restaurarla y disfrutar de ella.

Docenas de detenidos desaparecidos, radicales activos, fueron detenidos por su ideología marxista o anarquista, y en una guerra “irracional” que iniciaron, tuvieron un previsible triste final.

La acción guerrillera provocó la reacción esperable y tuvimos un gobierno totalitario, indeseado. Más, en poco tiempo, retornó la democracia a la que todo pueblo aspira.

Hoy disfrutamos de la paz que trae consigo, pero un pequeño grupo de inconformistas, familiares de 192 desaparecidos (según su versión, o 32 según proclamara oficialmente Tabaré) aliados a nostálgicos revolucionarios, radicales izquierdistas, gremialistas afines, políticos oportunistas y adherentes a veleidosas causas ocasionales, siguen agitando a la sociedad que siempre, en todas las ocasiones que se consultó, demostró mayoritariamente su deseo de conciliar otorgando el perdón igualitariamente a quienes fueran causa y consecuencia de años de inmerecido gobierno.

Toda la sociedad quiere la paz, sin afán de revancha por un pasado que se deberá cerrar.

El Estado, en extremo generoso, otorgó inmerecidas cuantiosas compensaciones monetarias reparatorias a aquellos que, oponiéndose al gobierno vigente, denunciasen haber sufrido daños en esos años, aún con la convicción de discriminación e injusticia con quienes (como la inmensa mayoría ciudadana) siguieron trabajando sin ser cuestionados, aportando impuestos, tasas y gravámenes, cumpliendo obligaciones y respetando los principios de convivencia ciudadana, aun a su pesar.

Ya han pasado más de 50 años de desapariciones y reclamos afines y una inmensa mayoría del pueblo uruguayo no justifica y se siente cansada hasta el hartazgo de interminables quejas; desea vivir en paz y no se siente representada por la consigna de la senadora frenteamplista y con convicción y firmeza proclama: “No todos somos familiares”.

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