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Pedro Bordaberry y la concordia

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Dr. Edison González Lapeyre | Montevideo
@|En su columna del domingo pasado, el Dr. Pedro Bordaberry, bajo el título “Es posible la concordia”, efectuó un excelente alegato dirigido a alcanzar la concordia, el consenso proyectado en una política de Estado para combatir con éxito los flagelos que afectan a los uruguayos, en particular, el narcotráfico.

Su prédica está dirigida a alcanzar, por encima de las diferencias partidarias e ideológicas, los acuerdos necesarios para lograr esos importantes objetivos partiendo de una premisa fundamental, lo primero es nuestro querido país.

En esa nota, Bordaberry pone una vez más en evidencia su talento, su formación cultural y sobre todo su condición de estadista de excelente nivel. Su propuesta me hizo recordar a las dos personalidades políticas más importantes del siglo XX de nuestra Nación, que proyectaron sus vidas en fortalecer la democracia y el sistema republicano de gobierno del Uruguay y que nos prestigiaron internacionalmente. Me refiero a José Batlle y Ordóñez y a Luis A. de Herrera.

Batlle y Ordóñez, en la segunda conferencia de la Paz de la Haya de 1907, sorprendió a la comunidad internacional cuando formuló una propuesta de solución pacífica de controversias a través de un sistema de arbitraje que, según Eduardo Jiménez de Aréchaga, constituye un antecedente histórico de la Organización de las Naciones Unidas. En el plano político institucional, con su Constitución del año 1917, como dice Daniel Buquet “no sólo facilitó el surgimiento de un régimen político democrático, sino que generó las condiciones para su estabilidad y su futuro, en la medida en que el consenso no solo se logró en esa ocasión, sino que también se transformó en exigencia, de ahí, en más, como sustento de la convivencia pacífica…” (www.scielo.edu.uy).

Por su parte, Luis Alberto de Herrera, que es una personalidad monumental de la historia uruguaya, fue desde el punto de vista de nuestras relaciones exteriores un prestigioso analista que se caracterizó por la defensa del principio de no intervención y por su americanismo, con características propias, que expresó diciendo “Porque somos artiguistas, no subordinamos a la conveniencia de terceros, sean quienes fueren, el interés fundamental del país. Porque hemos nacido de este lado de los mares, sentimos a fondo el americanismo, pero entendido al modo bolivariano, o sea, sin sacrificios en un ápice de nuestra filiación ibérica y latina” (Herrera, por Carlos María Velázquez, p.48).

En cuanto a su ideología, la concordia nacional constituye uno de sus principios fundamentales que expresa con claridad meridiana en su Tierra Charrúa. Dice de él Martínez Larrechea: “Hay en Herrera un fuerte sentido de un valor que está por encima de los partidos y que es la concordia nacional, un cemento que podía garantizarle al país, luego del turbulento siglo XIX, una existencia consolidada” (Herrera, Caudillo de multitudes, p.44.).

En el ocaso de mi vida, contemplando este escenario de política gris que estimula la rispidez de las controversias, con políticos que, en general, no dan la talla para asumir las responsabilidades que pretenden, me complazco en apreciar que el Dr. Pedro Bordaberry se aleja de ese tipo de política y de los políticos que la llevan a cabo, para levantar la antorcha de la concordia, la negociación y el consenso; a fin de combatir, con éxito, la inseguridad, el narcotráfico y otros graves problemas que afectan a la sociedad uruguaya.

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