@|Yo soy hombre nacido y criado en el asfalto montevideano. Pero en el año 1964, comencé a frecuentar la frontera con el Brasil. Y desde entonces, paso la mayor parte de mi vida por aquellos pagos. En Chuy y La Coronilla, y también en Tacuarembó y Rivera.
Han sido muchos años. Y como corresponde a todo vecino de la frontera, llevo esa misma cantidad de años cargando gas oíl del otro lado (es decir, en Brasil). Al fin de cuentas, también José Artigas hacía cosas parecidas.
Hasta algunos días atrás, solamente una vez había visto el gas oil más caro en el Brasil que en nuestro país. Si la memoria no me falla, fue allá por el año 2002.
Y eso, en estos momentos, se ha repetido. Hoy tengo que comprar el gas oil brasileño a 61 pesos (poco más o menos, según el tipo de cambio de la estación) y el uruguayo a 54 pesos.
Además de soportar ese sobrecosto sobrevenido (obviamente, ahora compro de este lado), tengo que aguantar a un hato de mentirosos que nos dicen continuamente que el gas oil subió tanto en Uruguay por efecto de la LUC.
Si eso es así, debo creer que la LUC es tan larga en su extenso articulado como extensa en su ámbito de vigencia: parece que también rige en Brasil…
Y entre las cosas más desagradables, y ridículas que he visto últimamente, debo recordar a un caradura llamado Alejandro Sánchez, que en su debate televisivo con el Intendente Alejo Umpiérrez, nos informaba que el aumento de los combustibles en Uruguay no se debe al aumento del precio internacional del petróleo, sino a la vigencia de la LUC.
Debe quedar bien claro que utilizo el vocablo “caradura” en la segunda acepción que nos brinda el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE. No en la primera.
¡Qué falta que nos hace una visita del ex Rey Juan Carlos! Para que suelte otro “¡Por qué no te callas!”.