Roberto Alfonso | Montevideo
@|La doctrina de la izquierda se fundamenta en un Estado Todopoderoso, un ente que interviene en cada aspecto de la vida ciudadana, buscando ejercer un control total. En oposición, el libre mercado permite que sea la demanda quien regule la economía, otorgando valor allí donde las necesidades y preferencias de las personas lo dictan. Este contraste genera una división ideológica evidente: mientras la izquierda fomenta la dependencia del Estado, la derecha defiende la competencia individual como motor del progreso.
Un ejemplo claro lo encontramos en las carreras universitarias con baja demanda o en aquellos artistas y actores que, sin lograr el reconocimiento en un mercado competitivo, depositan sus frustraciones en una izquierda que promete soluciones artificiales. Estos sectores buscan en el Estado un salvavidas económico, financiado a costa de quienes trabajan, producen y triunfan en un mercado que los valora. Este sistema crea una falsa demanda que beneficia a los menos competitivos y castiga a los verdaderamente productivos.
La consecuencia de este modelo es un círculo vicioso: los trabajadores y productores, asfixiados por una carga tributaria injusta, ven como única salida unirse al grupo de dependientes del Estado. En Uruguay, enfrentamos cinco años de esta ideología que, si no es confrontada con una militancia activa y movilizada, nos llevará rápidamente al caos. Es momento de construir un nuevo espacio político, nacido desde el pueblo, lejos de liderazgos desgastados y discursos vacíos. Somos los promotores de una nueva sociedad, una que no se doblega ante la dependencia estatal ni los egos personales. La responsabilidad de salvarnos está en nuestras manos, en nuestra militancia, en nuestra decisión y en la creación del Partido de la Coalición Republicana