Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Cuando repasamos las propuestas electorales del FA, vemos fuertes diferencias con los desastres socioeconómicos en Colombia y Brasil, lo que hace imposible pensar en un acercamiento del Uruguay a los líderes de esos partidos. Pero la realidad hace surgir a la verdad, que incontenible aparece con sus mil cabezas entre tanta mentira y mentirosos que ni siquiera están de acuerdo con sus mentiras, como con la relación con China, que obliga a Orsi y Cosse a reunirse en privado para decir la misma mentira.

El Frente Amplio es hoy un futuro gobierno errático que ya traiciona sus promesas.

Tras haber conquistado nuevamente la Presidencia del Uruguay, el Frente Amplio (FA) ha dejado a la ciudadanía en un estado de desconcierto y desilusión. Lo que se prometió como un proyecto renovador y esperanzador ha mostrado en pocos días su verdadero rostro: un gobierno errático, incapaz de responder a las necesidades urgentes de la población y con un marcado retroceso en materia de transparencia y gestión. Se está discutiendo el reparto de ministerios y cargos sin poder definir por la voracidad de obtener el poder.

Durante la campaña, el FA ofreció un discurso lleno de emotividad, plagado de imágenes idílicas de un Uruguay progresista, unido y próspero. Sin embargo, ya hoy y una vez en el poder, esas promesas se han desvanecido. Los programas sociales anunciados como revolucionarios carecen de sustento financiero, mientras que la gestión económica muestra un preocupante aumento de los impuestos que castiga duramente a la clase media y a los sectores productivos. Hay quienes proclaman echar a Oddone y colocar como Ministro de Economía al “Boca” Andrade, que es un genio en la economía de ferias.

La falta de planificación se evidencia en decisiones que parecen improvisadas y contradictorias, con un gobierno más enfocado en responder a las demandas internas de su coalición que a las necesidades reales del país.

El Frente Amplio parece seguir atrapado en un discurso setentista que privilegia las consignas ideológicas sobre soluciones concretas. Los sectores más radicales, como el MPP, han impuesto su agenda con un enfoque confrontativo y desactualizado, alejando al partido de la realidad que enfrenta el Uruguay de hoy. Esta deriva ideológica ya está mostrando la parálisis en sectores clave como la educación, la seguridad y la inversión en infraestructura.

Lo que muchos temían se ha confirmado: el verdadero programa del Frente Amplio no era el que se mostraba durante la campaña, sino uno que prioriza el gasto público desmedido financiado con un aumento brutal de impuestos. Las consecuencias ya son visibles: empresas que cierran, un sector agropecuario asfixiado por la presión fiscal, y una inflación que golpea el bolsillo de los más vulnerables.

El FA ha mostrado, además, un desprecio alarmante por el diálogo y el consenso. En lugar de construir puentes, ha optado por imponer su voluntad en el Parlamento donde claman por mayorías que se muestran sordas y ciegas, lo que ha generado divisiones profundas y un clima de inestabilidad política.

Este gobierno errático no solo traiciona las expectativas de sus votantes, sino que pone en riesgo el futuro del país. Uruguay necesita líderes que prioricen la eficiencia, la transparencia y el diálogo. Es imperativo construir un modelo político que se enfoque en la mejora constante de la calidad de vida de los uruguayos, promueva el desarrollo de la producción nacional y abandone de una vez por todas los discursos dogmáticos del pasado.

El Frente Amplio ha demostrado ser un obstáculo para ese futuro. Es momento de apostar por alternativas que realmente trabajen por un Uruguay libre, próspero y unido. Por eso es necesario crear el Partido de la Coalición, con su enfoque integrador y su mirada al futuro, se presenta como una esperanza frente al agotamiento de las viejas estructuras.

El cambio está en nuestras manos. El Uruguay que soñamos aún es posible.