C.I. 1.033.107-9, un exalumno | Maldonado
@|Soy de una generación que vivió muchas cosas bravas.
En el Colegio nos enseñaron a respetar y que como católicos debíamos influir para cambiar el mundo y mejorar la condición humana.
Tuvimos maestros como el Padre Novoa sj, o el cura Sierra sj que predicaron con el ejemplo toda su vida; o como el Padre Zaffaroni, que dejó el Colegio y se fue con los cañeros de Artigas.
Muchos empezamos en Castores de Emaús yendo a lo de Soneira los domingos de mañana, casi sin dormir, con unas heladas muy duras a hacer los bloques para construir las casas.
Algunos resolvieron ir a la acción directa y violenta; ese camino venía con una metralleta en la mano. Y así perdimos a varios de nuestra generación y otros estuvieron presos unos cuantos años.
La mayoría optamos cuando salimos del Colegio, por seguir pacíficamente las enseñanzas cristianas y nos volcamos a intentar mejorar el mundo, participando en política y en cuanta organización gremial empresarial o de trabajadores encontramos; participamos para mejorar la vida de nuestros trabajadores, de nuestro país y porqué no, del mundo.
Nunca se nos ocurrió mezclar las cosas, respetamos las ideas de todos. El Seminario, sus alumnos y sus maestros merecen respeto.
Ha habido a lo largo de la historia grandes empresarios, políticos, sindicalistas, grandes trabajadores y también guerrilleros que dieron su vida por sus ideas, así como muchos se dedicaron a la política; alguno llegó a la Presidencia de la República, y en sus años de estudiante, llegó a ir a Paso de los Toros a construir casas para los damnificados de las inundaciones de 1959.
Cada uno es libre de actuar según su leal saber y entender, pero sin entreverar las cosas. El Seminario no se toca.