Santos ocultos

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@| Ya ha pasado más de un mes de la canonización de la Madre Francisca Rubatto, nuestra primera santa, aunque era italiana.

Cuando uno piensa en un santo o santa, se hace la idea de una persona abnegada, altruista, ascética, milagrosa y conectada con lo divino. La Iglesia Católica reúne en el Martirologio Romano todos los nombres de estos seres especiales, que son un modelo para todos, independientemente de la creencia, o no, en un creador del universo.

Pero no dejamos de lado tampoco a aquellos “santos” que en nuestra vida posibilitaron nuestro crecimiento, salud física, mental y afecto.

En primer lugar están nuestras madres, que nos alojaron en su vientre durante varios meses, sacrificando hasta su carrera, como me confesó mi mamá para cuidarnos a los tres. Hacía una cosa u otra. Se decantó por el cuidado, la donación del ser. Y nuestros padres trabajaban duro. Son los pilares para el desarrollo de la familia, en el fondo de la sociedad.

Estamos rodeados de santos ocultos, que no serán beatificados ni canonizados por la Iglesia, pero viven en nuestra memoria. Hacen parte de la cultura social: familiares, vecinos, amigos, conocidos, en fin, la humanidad que nos rodea.

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