@|Cada tanto reaparecen los subsidios en la discusión y casi siempre encubiertos tras sinfonías celestiales que ocultan la razón base para otorgarlos: la deficiente utilización de los recursos para desarrollar su cometido.
En el caso reciente de los que reaparecen en el transporte de pasajeros, hay varias perlas para un collar amplio de servicios deficientes y costosos por esa misma razón.
La primera; los recorridos, frecuencias y destinos sin transbordos adecuados.
La segunda; el personal en exceso en las unidades, siendo un costo extra y evitable.
La tercera; el uso de vehículos y combustibles en forma de competencia, cuando debería ser de cooperación. Junto a ello los repuestos y cambios de flotas en igual condición. El tamaño de las unidades. Recorridos en competencia en lugares céntricos y abandono de los periféricos. Falta de un concepto de máxima eficiencia y control del servicio por agentes capaces de incidir en todo el sistema.
Y por fuera de estos asuntos y si fueran necesarios, esos subsidios hacerlos en forma directa a cada caso. No es taparlos en los combustibles que afectan a toda la economía del país. Y menos aún, en porcentajes aleatorios al consumo y pagaderos por quienes precisan ese combustible para producir y exportar bienes o servicios.
El tema da para más. Pero con este planteo es suficiente para empezar la discusión.