@|Hace muy pocos días fuimos testigos del apagado de la refinería de Ancap, la única que tiene Uruguay, como quien apaga una llave de luz.
Lo más campante, los funcionarios del “cuestionado” ente se fueron a sus casas y retornaron a las 24 horas, tras festejar la hazaña histórica de que por primera vez, el sindicato apagó la llama desde 1973.
Una hazaña para un sector fanático, ¿pero no será un atentado a la propiedad de la empresa estatal?
Este hecho, además de sus connotaciones políticas, tiene ejecutores y que no son cualquiera. Son los mismos funcionarios que todos los días cumplen la función de ese sector estratégico de la planta. Por lo tanto, el Directorio de Ancap sabe quiénes son y la responsabilidad que les cabe a cada uno y, no debe enfrascarse en aspectos políticos o adjetivaciones, sino todo lo contrario, hacer investigación, sumario y sanciones si las hubiere y/o en caso de ser un delito, dar intervención a la fiscalía.
Si este atentado se deja pasar, mañana habrá otros. ¿Qué pasaría si los policías desactivan el 100% de la flota por 24 horas?, ¿o si mañana los funcionarios de Salud Pública se retiran a sus domicilios y dejan a los enfermos librados a su suerte en los hospitales? ¿La sociedad que dirá?
La gravedad de lo que pasó con la refinería no es una protesta común y corriente. De ninguna manera. Hubo ejecutores que apagaron el funcionamiento de la planta. ¿Y eso se permite? ¿Se tolera? ¿Qué dirá aquel que roba sin violencia un alimento o faena para comer? ¿Le dirá al juez que compare lo que pasó en Ancap?
El Directorio tiene la palabra.