@|Parece que algún monarca del Golfo Pérsico (emir, sultán o como se llame) le habría mandado un regalo al Presidente de la República y que ese regalo consistía en un pescado. A mí nunca se me habría ocurrido algo semejante, pero hay de todo en la viña del Señor.
También dicen que el pescado en cuestión no vino nadando, por supuesto, sino que podría haber venido por valija diplomática. Y como el susodicho pez parece que era bastante grande, en lugar de la valija diplomática se tendría que haber usado un valijón o algún baúl.
Más allá de que la valija diplomática funciona de forma un poco más compleja, cosa que el pescado (antes de que lo sacrificaran claro) no sabía, se dice que dentro del marítimo animal habría venido... droga, sí, droga.
Pobre pez, nunca hubiera imaginado en su vida que sería usado para tal vil propósito. Y para peor, dentro de su cuerpo inerte a lo mejor viajó un pasaporte a nombre de un tal Marset, alguna coimita para alguien de Uruguay (ya sabemos que la carne- no la del pescado- es débil) y quizás algunas cosillas más para que nadie quedara triste.
Pero también parece que algunas personas creen que los monarcas del Golfo Pérsico y adyacencias son un poco tontos. Y no es así. Más allá de que casi literalmente nadan en petróleo y lo saben administrar muy bien (comparemos con Venezuela), muchos de ellos envían a sus hijos a relevantes universidades de Estados Unidos o de Europa para que se formen como auténticos y efectivos ejecutivos en beneficio de sus países. Y como no son tontos saben muy bien que un pescado lleno de droga y un pescado grande además, no es negocio enviarlo a este pequeño rincón del mundo que lucha desesperadamente por llegar a los 3 millones y medio de habitantes y por tanto con un mercado cualitativa y cuantitativamente insuficiente.
No, no son tan tontos, por algo lograron que la FIFA hiciera jugar un Mundial en Catar, que prácticamente es una sola ciudad. Desde el mundial de 1930 no ocurría eso, hasta donde sé.
Por tanto, a los conspiranoicos del pescado yo les sugeriría humildemente que fueran a visitar el Museo Oceanográfico porque allí hay muchas cosas para aprender sobre los peces. Claro, también podrían ir al río San Juan, en Colonia, ahora está abierto al público, no como antes...