@|La impronta discursiva de nuestra estructura administrativa pública proviene de la época de la conquista. Toda gestión demora tanto que muchos deciden no iniciarla.
La otra prueba son la cantidad de opinólogos y legisladores que tenemos.
Para contrarrestar ese consuetudinario hábito es que les propongo a todos los referentes del gobierno y de la oposición, adoptar una actitud menos chamullada, más activa y no para mañana sino para ayer. Un ponerse la celeste y en vez de ser los menos malos de la región, ser los mejores.
No voy a enumerar todas las carencias que tenemos y mucho menos las que vendrán. Citaré sólo y únicamente dos (2) de cada una de ellas: educación y trabajo - inteligencia artificial y robótica para que pongamos “las barbas en remojo” y practiquemos la nueva modalidad: menos bla, bla, bla y más ya, ya, ya. Menos exposición mediática y dogmática y más corte de cintas.
Es más importante que nuestros alumnos sepan valorar la vida propia y la del prójimo a que la unidad léxica vida se escribe con “v” corta y no con “b” larga, o como es la propiedad distributiva de la multiplicación sobre la suma.
Aprendamos del pasado y del presente a vivir en el futuro. Si todos tienen un trabajo razonablemente remunerado no dependerán de los demás ni del Estado. Esto va tanto para los sindicatos de empresarios como de asalariados. Para esto se necesitan pocas pero imprescindibles cosas: hablar menos y hacer más, ya. Mejorar una propuesta y no sabotearla.
Demostrar que la vista está puesta en el horizonte y no en el ombligo. Si la brecha entre el que tiene y el que no, es despreciable no valdrá la pena arriesgar lo que se tiene.
Es hora de dejarse de embromar antes que los virus de la ignorancia y de la obsolescencia nos lleven al cementerio sin pasar por el CTI. Ah… y antes de que digan que soy un iluso utópico díganme dónde estarán nuestros descendientes la década que viene.