@|Hace más de un año que este terrible flagelo vino a instalarse en nuestras sociedades, y lamentablemente, hasta el momento no ha querido retirarse.
Eso ha llevado a investigaciones incansables realizadas por científicos de todo el planeta con la finalidad de vencerlo y erradicarlo definitivamente de nuestras vidas.
Ante este tema, han surgido opinólogos de todo tipo, los que quieren parar el país (así en vez de corona morimos de hambre), los que gritan que el barbijo no sirve, y están contagiando a troche y moche, incluso aquellos que culpan al Presidente porque salió un rato a surfear y no detuvo a los inconscientes que andan por la calle en grandes montoneras sin ningún tipo de responsabilidad (se ve que la tabla de surf es milagrosa en estos casos).
Pese a todo este cambalache, varias formas de protección han sido reconocidas por las autoridades competentes: A- El barbijo, higiene adecuada y distancia social. B- Vacunación masiva. A este último tema se refiere la reflexión que viene a continuación. Aclaro que no pertenezco a ningún movimiento anti vacuna y soy pro ciencia.
1- La vacuna es voluntaria. Dice la RAE: Un hecho voluntario es el que se realiza por espontánea voluntad y no por obligación. O sea que someterme o no a dicha instancia dependerá de mi propia conciencia, y nunca de mecanismos que intenten implícitamente influenciar mi decisión. Y mucho menos, si esos medios contribuyen a separar a sociedades, que lo que más precisan en este momento es estar unidas contra el enemigo común. No sirve de nada y es hasta irrisorio, como se ha visto en las últimas semanas, tildar de antipatriotas o mala gente, a quienes decidan no dárselas. En definitiva, soy yo quien me beneficio o perjudico con mi conducta, y el contagio, sigue existiendo.
2- La vacuna exige consentimiento escrito.
Volvamos a la RAE: Consentimiento: Manifestación de voluntad antes de iniciarse un tratamiento médico o quirúrgico, tras la información que debe transmitirle el médico de las razones y riesgos de dicho tratamiento. Si leemos con detenimiento el documento que debemos firmar, veremos que señala expresamente que el Estado uruguayo brinda la posibilidad de vacunarse, así como los caminos de reclamos en caso de que surja algún problema con la recepción de las vacunas. Aclarado este punto, cada uno es libre de elegir lo que desea hacer.
3- Con la vacuna seguimos contagiando. Esa es otra realidad, varias personas vacunadas con las dos dosis han sucumbido al virus. Según ha trascendido, y tal como se esperaba, con menor gravedad respecto a aquellos que no se han dado la inmunización, aunque es difícil saber qué hubiese ocurrido con esas mismas personas si no estuviesen vacunadas.
4- El efecto de las vacunas. Leyendo varios diarios médicos he podido encontrar que no hay un acuerdo común en el período de tiempo que pueda durar su efecto. Mi pregunta es: ¿qué pasará entonces? Probablemente, habrá que recurrir nuevamente a los vacunatorios, y por lógica, también caducará el famoso pase verde (si sale).
Muchas incertidumbres, pocas certezas. ¿Qué debemos hacer? Eso dependerá de nuestra voluntad, tras escuchar a los profesionales del tema y reflexionar sobre éstas. Pero de ningún modo la decisión puede tomarse bajo presiones externas, especialmente sobre un asunto que todavía está en pañales.
Cuidémonos y protejamos la salud de los demás, de un modo coherente y adecuado, con respeto y agradecimiento a quienes están luchando con todas su fuerzas por desterrar el virus. Sin duda, ahora es el momento de ponernos las pilas y tirar juntos para un mismo lado, sin conflictos u diferenciaciones innecesarias entre los habitantes del país.