@|¿Por qué no votan los menores?
“Las razones son innumerables. No se da ni una madurez psicológica suficiente, ni un grado de autonomía suficiente, ni un nivel aceptable de comprensión del funcionamiento del sistema político, ni de conocimiento de los actores políticos, ni de las implicaciones de las propias decisiones, ni un grado de responsabilidad individual…”.
¿El derecho al voto y los derechos políticos son un derecho humano al que todos tenemos acceso por ser ciudadanos de un país o una región…?
O si de verdad creemos que hay ciertas razones que pueden limitar el derecho al voto, ¿entonces deberían aplicarse a toda la población?
¿Hace falta un determinado nivel cultural que permita a la persona estar en condiciones de ejercer su real derecho al voto?
Quien está atado al gobierno de turno y recibe ayudas o beneficios, ¿condiciona su voto al mantenimiento de su situación?
¿Son las razones que no permiten a un menor votar razón suficiente para plantear la necesidad de crear un voto calificado?
Con un nuevo criterio votan todos los ciudadanos, pero la condición de ciudadano es un derecho basado en obligaciones; no es y no puede ser una condición lograda arbitrariamente por la edad y sí por el cumplimiento de una base mínima de cultura e independencia que le permita ser un ciudadano integrador de la sociedad.
Hoy la democracia está en jaque por la pérdida del concepto de que derechos y obligaciones son las dos caras de la misma moneda, no se puede aislar los derechos de las obligaciones y rasgarse las vestiduras defendiendo derechos y olvidando o ignorando las obligaciones.
De la misma manera, si consideramos que vale lo mismo el voto de un “pastabasero”, hundido en su ignorancia, preso de su vicio y alimentado por su odio a la sociedad, frente al de un trabajador, que lucha día a día, es parte de una familia a la cual defiende y proyecta al futuro, que da el justo valor a su voto; es entonces que nos debemos preguntar ¿qué resultado podemos esperar que no esté contaminado por la ignorancia y el odio fanático?
Hemos visto y vemos como democracias han sido debilitadas y llevadas a dictaduras de izquierda; donde retornar a la libertad se convierte en una fantasía y donde votar es una fantochada que no respeta ningún derecho y las obligaciones son dependientes del humor y deseos del dictador de turno.
A los defensores de los derechos humanos, antes que me condenen y me encasillen con calificativos les digo: mi carta es una interrogante que desafía al futuro de la democracia, es la búsqueda de un mejor y más efectivo gobierno del pueblo ejercido por los constructores de la sociedad y en defensa de una forma de vida.
No son las únicas ni verdaderas preguntas, tan solo levanto la punta del velo...
La educación nos salva, la ignorancia nos condena.