Abdala desnuda su alma

Compartir esta noticia

Preguntado hace unos meses en el programa Desayunos Informales sobre la propuesta del Pit-Cnt respecto a la Seguridad Social, el sindicalista Marcelo Abdala no supo responder a preguntas claras, eludió dar definiciones precisas y en algún caso, se fue por las ramas o respondió con generalidades.

O no tantas. Si no tenía una respuesta para cada pregunta era porque el periodista le preguntaba a partir de la realidad que estamos viviendo todos, y el sindicalista contestaba a partir de otra realidad, la que algún día pretende imponer y nada tiene que ver con el presente democrático en que vivimos.

Dijo que había que apuntar a una “reforma integral del mundo del trabajo, de la sociedad y de la seguridad social”. ¿Una reforma integral de la sociedad? Abdala no está pensando en proponer un cambio constitucional referido a la seguridad social, para este Uruguay tal como lo conocemos. Al contrario, cree que es un cambio que terminará transformando en forma “integral”, a toda la sociedad.

Vuelve a insistir al decir, en esa misma entrevista “que el problema nuestro es, en definitiva, qué sociedad es la que vamos a construir”.

No se trata entonces, solo de confiscar los ahorros de la gente en las Afaps, ni de mantener la edad de retiro en los 60 años. Quiere iniciar un proceso hacia la construcción de una nueva sociedad, muy distinta a la nuestra. No se necesita hilar demasiado fino, para comprender a qué apunta Abdala. Su pertenencia ideológica (se ha definido como comunista) ayudará a entenderlo. Su reforma pretende un cambio radical, y dada su forma de pensar, busca establecer una sociedad comunista. Así, sin matices. Lo quiere hacer hoy, en pleno siglo XXI, a tres décadas de la caída del muro y el derrumbe de la Unión Soviética. Hoy, cuando a nadie le queda duda de que esa “reforma integral” fue un fracaso absoluto: no eliminó la pobreza, ahogó la libertad, torturó y mató.

Trasnochado como puede parecer, Abdala ve en este plebiscito un paso hacia la construcción de sus soñada sociedad comunista.

Llama la atención su franqueza. Fue tan explícito que a muchos se les pasó por alto. Algunos creyeron que se trataba de vaguedades porque no daba respuestas a las preguntas concretas del periodista. Pero en definitiva, trasmitía su convicción ideológica y la certeza de que allí había un tema pendiente.

Antes con su desembozada adhesión al régimen chavista (pese a que ahora quiere pasar el tema a un segundo plano), Abdala mostró que iba por un camino que nada tiene que ver con los valores y convicciones de la mayoría de los uruguayos.

En una visita a Caracas dijo que en nombre del pueblo uruguayo le daba todo su apoyo al régimen chavista. Lo dijo ante el propio dictador Maduro. Tan firme adhesión invita a varias conclusiones.

Primero, no hay titubeos en su adhesión absoluta a la dictadura.

Segundo, es una adhesión sin fisuras porque el sindicalista sabe que para Cuba (su genuino referente) la continuidad del régimen es vital.

Tercero, no tiene dudas de que por ser dirigente sindical, habla en nombre de to-do el pueblo uruguayo, no del sindicato del que es dirigente y tampoco de la central sindical que integra. Por eso no es posible creerle a Abdala y a sus correligionarios cuando dicen que aunque apoyan esas dictaduras, entienden que en Uruguay no funcionarían. En realidad, sí, eso es lo que quieren acá. Lo insólito fue que ante la indignación popular por las atrocidades cometidas tras el fraude electoral, Abdala sostuvo que Venezuela no era la prioridad para el Pit-Cnt ya que estaba concentrado en trabajar por el plebiscito. Esquivó el bulto sin condenar al régimen.

Estas reflexiones a partir de lo dicho en el mencionado programa no son una especulación antojadiza, al calor de las elecciones. Cuando hasta la izquierda razonable rechaza el plebiscito, vale preguntarse por qué el movimiento sindical, muy dominado por el Partido Comunista Uruguayo, sale con una propuesta que no tiene ni pies ni cabeza y terminará destrozando la economía del país y el bienestar de la gente.

Lo hace porque no visualiza esa propuesta en la realidad uruguaya, ya que proyecta su reforma a un país que no es el actual, que no es nuestra democracia liberal y republicana. La está planteando para otra cosa, para otra sociedad, no democrática, que habrá de “construirse”.

Con pocas palabras, y en la confusión de una entrevista que no parecía salir bien, Abdala desnudó su alma y mostró lo que realmente piensa: su reforma es un paso hacia una futura sociedad comunista.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar