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El primer año del gobierno presidido por Luis Lacalle Pou sustentado en la Coalición Republicana ha sido un período de grandes transformaciones para celebrar.
Naturalmente la lucha contra la pandemia se lleva buena parte del análisis, lo que es inevitable, pero no debe descuidarse lo realizado más allá del Covid-19, que tiene un carácter más estructural.
Esto parece haber sido percibido claramente por la ciudadanía, como lo demuestra la encuesta realizada por la consultora Cifra conocida esta semana, que le da el Presidente de la República una aprobación del 64%, la mayor de cualquier presidente del siglo XXI al cumplir su primer año de gestión. Esto es especialmente importante, ya que demuestra que no existió ningún otro gobierno en los últimos 20 años, incluida la popular primera presidencia de Tabaré Vázquez, que fuera más apreciado por los uruguayos, incluyendo muchos votantes frentistas.
La popularidad del Presidente de la República basa su altísima aprobación en algunos valores muy uruguayos y, si se nos permite, muy blancos: coraje para tomar decisiones, sentido común y de nación y capacidad de liderazgo demostrado en circunstancias particularmente adversas. Cuando decidió no ir a la cuarentena obligatoria pese a la opinión contraria del Sindicato Médico y el Frente Amplio, acertó. Cuando afirmó que no estaba dispuesto a llevar detenido al uruguayo que estaba haciendo el peso, acertó. Cuando aseguró que Uruguay conseguiría las vacunas más seguras en el mejor tiempo posible, acertó.
Por eso el país es conteste, pese a los obstinados y más recalcitrantes dirigentes frentistas, que la gestión de la pandemia por parte del gobierno nacional fue extraordinaria. Pero también la gestión en otras áreas muestra una importante aprobación, como la gestión en materia de seguridad o económica. La actuación del Ministro Larrañaga está avalada por los resultados. La disminución de todos los delitos y en especial, los más violentos, es una clara muestra de los avances en materia de seguridad. Desde el Frente Amplio se demuestra que no era posible, pero las pruebas los desmienten.
La gestión económica también es reconocida por la población. De acuerdo a una encuesta de la encuestadora Opción solo el 13% de la opinión pública piensa que los problemas económicos se deben a la gestión en la materia. Es evidente que los problemas que enfrentamos de empleo, por ejemplo, se deben a la pandemia y los sufren todos los países del mundo. La actuación de la Ministra Azucena Arbeleche ha logrado contener y mitigar en buena medida esos efectos, manteniendo los motores de la economía encendidos, brindando liquidez a las micro y pequeñas empresas, creando un seguro parcial, habilitando una importante batería de medidas económicas y sociales.
Otro punto destacado de la gestión económica es la demostración de que existía gastos excedentarios y despilfarro que se ha cortado y se continúa cortando para defender al ciudadano de a pie que banca el gasto público y no recibe ningún beneficio de la fiesta de políticos y burócratas. Se pudo ahorrar durante el 2020 unos 660 millones de dólares, una cifra nada menor que, entre otras cosas, permitió volcar los recursos necesarios para atender la pandemia. Ahorrar era posible, aunque se insistía con que no había espacio.
El gobierno puede exhibir una gran acción en la lucha contra la pandemia y un cumplimiento notable de sus promesas de campaña en las áreas sensibles para la población.
En otras áreas también hay resultados importantes. Está en desarrollo un ambicioso y bien elegido plan de infraestructura, así como un plan de vivienda que pretende atender el déficit que existe en la materia. Desde Cancillería se trabajó coordinadamente con Economía para lograr resultados concretos en materia de inserción internacional, un tema fundamental en que existió una parálisis total durante 15 años. El Ministerio de Trabajo ha logrado un rol activo y positivo en materia laboral y el nuevo Ministerio de Ambiente muestra iniciativa y la importancia de dedicarle una atención preferencial a un asunto que cada vez es más valorado por la sociedad.
En definitiva, el gobierno puede exhibir una gran acción en la lucha contra la pandemia y un cumplimiento notable de sus promesas de campaña en las áreas sensibles para la población. Más aún, le ha demostrado a los incrédulos que temas en los que se pensaba que no podía haber avances, están existiendo y son muy relevantes.
Se cumple entonces un primer año muy auspicioso de lo que es recién el primer período de la Coalición Republicana. El desconcierto frentista y el acierto oficialista demuestran que podemos estar en puertas de una nueva era republicana, contracara de la nefasta era progresista.