Editorial
Llegó el día. Hoy 14 de setiembre de 2018 El País alcanza un siglo de vida.
Hoy nuestro diario cumple cien años de existencia, lo cual significa haber sido testigo y partícipe, de la mitad de la historia de esta nación latinoamericana. Cuyos hechos fundacionales, tales como la Jura en la Playa de la Agraciada, la Declaratoria de la Independencia en la Florida o los actos por la Jura de la primera Constitución ocurrieron hace menos de doscientos años.
Esta maravillosa permanencia de El País les provocaría una profunda satisfacción a quienes apenas despuntado el siglo XX, cuando el Uruguay recién comenzaba a consolidar su régimen democrático de gobierno y se afirmaban las bases de la Constituyente de 1916, se atrevieron a lanzarse a la incierta aventura de crear un nuevo periódico con el fin de batallar desde sus páginas por sus ideas, sus aspiraciones y sus ideales.
En aquellos tiempos de linotipos y precarias imprentas y con el recuerdo de las luchas, la sangre derramada y las turbulencias políticas, todavía muy presentes en la memoria y las vivencias.
Los tres mosqueteros como se dio en llamar a los doctores Leonel Aguirre, Washington Beltrán y Eduardo Rodríguez Larreta, eran todos ellos políticos de alma y vocación. Ese fuego interno fue el que los impulsó a llevar adelante lo que podía transformarse tanto en un éxito como en una quijotada.
Y un sábado lluvioso de setiembre, 100 años atrás, salió a la calle el primer ejemplar de El País (nadie sabe quién eligió ese buen nombre) que ha continuado hasta el N° 34.885 de la fecha. Pero las vicisitudes económicas y la inteligencia que los caracterizaba los llevaron a buscar rápidamente a alguien más para este azaroso viaje. Una persona que fuera capaz de integrar una indispensable visión comercial y financiera, si de subsistir como empresa se trataba. Así fue que un día se sumó el cuarto mosquetero, el Cr. Carlos Scheck, quien creyó en el proyecto y aceptó la invitación a ser parte de él en calidad de socio.
Desde entonces y hasta el presente, El País se hizo su lugar como fuente de información veraz y variada. Faro en defensa de la libertad, de los valores democráticos y republicanos, inició una y mil contiendas intelectuales con sus adversarios políticos así como despertó lealtades en sus seguidores. Preocupado permanentemente por formar opinión a través de editoriales y columnas firmadas, por trascender, por criticar lo criticable, por denunciar los abusos donde los hubiere, ya sea en las altas esferas del poder o en cualquier otro nivel, a la vez de ocuparse de entretener, de enseñar, de apoyar la cultura, las obras de bien, de despertar el interés de la gente. Siempre expuesto al juicio, día a día, de sus lectores.
Se trata de una usina que no se detiene nunca, ni un día de la semana (salvo algunas pocas excepciones), que se nutre con el trabajo de los periodistas que hacen o han hecho aquí sus armas a lo largo de años y épocas. Que es entusiasmo, que es desazón, que es ojo crítico, escritura, imaginación, curiosidad, pesquisa, creatividad, en constante procura de la rigurosidad informativa. Valioso distintivo ante la avalancha actual de las fake news, las noticias falsas. Todo esto sumado a la labor de los gráficos, de los departamentos comerciales, gerenciales, de la dirección periodística, la marcha las rotativas, el crujir del papel y el olor de la tinta hasta incorporar, con sus ventajas y desventajas, la revolución provocada por las nuevas tecnologías. Por internet, por el on line, por el mundo digital, las múltiples redes sociales, los servidores, los buscadores, el pay wall, los móviles y las computadoras que mandaron al museo a las viejas Remington.
Alumbrado este diario, eminentemente como tribuna política, tal como era costumbre en esa era, la publicación evolucionó ampliando su perfil hasta convertirse en el gran referente periodístico que es en la actualidad, con un contenido noticioso que busca ser objetivo y plural, que ofrece un material de lectura diversificado y fecundo. Lo distinguen su variedad de productos, de temas, de suplementos, de todo orden. Desde lo deportivo hasta lo cultural, desde las columnas de opinión hasta los análisis económicos, desde la crónica policial hasta la puramente política, desde lo empresario a lo educativo, desde lo agropecuario hasta lo científico, no hay tema, mi materia, ni suceso, del que El País no se ocupe.
Y cada hijo o hija, (lenguaje inclusivo mediante), cada nieto o nieta y hasta cada bisnieto o bisnieta, ha sentido, practica y siente el apasionante legado de los padres fundadores.
Con el mandato del pasado en el corazón y enfrentados a los desafíos del futuro decimos no sin orgullo, "El País Primero Siempre".
Un vistazo de la nueva redacción. Ahora son computadoras silenciosas, los periodistas prefieren el informalismo de la vestimenta para cumplir sus tareas y además el diario ya no es solo la tradicional edición en papel (aunque en rotativas más modernas), sino que mientras se va elaborando, las noticias llegan al lector en tiempo real a través de El País digital. Más gente, más tecnología, pero el mismo objetivo: que los uruguayos estén bien informados.