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El final de Casa de Galicia convirtió un presente griego en un regalo navideño. Generó moralejas. Empecemos el año capitalizándolas, pues el episodio proyecta luz sobre errores que, por generalizados, resultan paralizantes.
El 15 de octubre la mutualista pidió, por tercera vez, un concurso de acreedores, ahora adeudando US$ 87:000.000, impagables con sus 40 mil afiliados y, por añadidura, con la recaudación ya cedida para lograr fondos. Mientras se tramitaba la solicitud concursal, el 26 de octubre el Poder Ejecutivo intervino a la institución en vía administrativa. Desplazó a sus autoridades. Los interventores ministeriales colaboraron con el pedido de concurso, completando los requisitos omitidos por las autoridades naturales.
El 18 de noviembre, el Juez Letrado Dr. Leonardo Méndez Martínez declaró concursada a Casa de Galicia y designó síndico a la Liga de Defensa Comercial. Y dijo: “Atendiendo a la importantísima función social que cumple una empresa prestadora de servicios de salud”, la sindicatura “procurará, dentro del margen de lo económicamente posible, la continuidad de la empresa y, por ende, la mejor salida a su crisis financiera” usando para ello “todas las herramientas legales previstas en la ley 18.387”. Y agregó: “Dadas las particularidades del caso, se estima prudente establecer un período de treinta días, a los efectos de que la intervención administrativa dispuesta por el Ministerio de Salud Pública traspase la dirección de la concursada a la Sindicatura que se designará. Sin perjuicio, el Ministerio de Salud Pública mantendrá incólumes todas las competencias que le acuerda la ley y la reglamentación, para el ejercicio de sus potestades reguladoras y fiscalizadoras, especialmente en lo previsto por los arts. 5, 8, 24 lit. B de la Ley 18.211”.
El Ministerio no impugnó ese decreto, pero los 30 días fijados para colaborar se hicieron infructuosos. La intervención ministerial se retiró sin entregar informes que sólo puso a disposición después que se los intimó el Juzgado. La FUS reclamó que los síndicos renunciasen y pidió que regresara la intervención ministerial.
Entretanto, constatado por los síndicos que las carencias hacían inviable el servicio, el 23 de diciembre el Juzgado decretó “el cese de las actividades de la sociedad civil Casa de Galicia, a excepción de los servicios de IMAE, notificándose sin más trámite al MSP a efectos de que disponga lo necesario para la atención de los usuarios.”
De ser un indeseable presente griego, Casa de Galicia, sobreviviendo a su muerte, pasó a erigirse en un regalo navideño que en escala laica vale milagro. Y que para el año que se inicia y los tiempos venideros nos entrega mensajes que sobrepasan al episodio.
Enseguida saltaron voces intemperantes que argumentaron que los síndicos sólo habían atendido a la economía y que la Justicia no entendía de sanidad, como si el Derecho y la economía ignorasen el valor rector de la salud. El gremio la emprendió con la Justicia, la sindicatura criticó al Ministerio y el Ministerio colgó en su página web el escrito judicial donde expuso sus retruécanos. Con lo cual, en vez de coordinar soluciones surgió una polémica, el asunto se dividió en parcelas y el tironeo pareció insoluble.
Pero no fue así: al 30 de diciembre, en el emblemático local de Millán y Raffo se entregaba a los socios una “atención normal”, con todos los servicios vigentes.
De ser un indeseable presente griego, Casa de Galicia, sobreviviendo a su muerte, pasó a erigirse en un regalo navideño que en escala laica vale milagro. Y que para el año que se inicia y los tiempos venideros, nos entrega mensajes que sobrepasan al episodio. Anotamos los principales. Debemos reeducarnos para no plantear en términos de antítesis lo que puede integrarse en soluciones de conciliación, si además de conjugar intereses abrazamos valores generales e incondicionados, obedeciendo a la esencia de los mandatos constitucionales. Para eso, a todos nos haría bien repasar la lección en que Vaz Ferreira nos enseñó a no tomar por contradictorio lo que puede ser complementario.
Debemos reeducarnos para no crisparnos y no contraponer bandos cuando nos enfrentamos a la verdad de que lo fundido pierde vida. Puestos ante lo irreversible, debemos habituarnos a rescatar todo lo posible en bien de sus destinatarios, construyendo juntos la mejor razón a nuestro alcance en vez de abroquelarnos y culparnos recíprocamente, de modo que, como enseña Aarnio, lo racional sea lo razonable.
Debemos enterarnos de cuánto y cuán rápido pueden resolverse las crisis y las agonías cuando la conciencia de las finalidades nobles ilumina y enriquece la aridez de los procedimientos. Y debemos aprender todos lo que sentenció el propio Magistrado actuante al dar por clausurado el tema: “Corresponde a todas las partes del proceso “pasar página” a este inevitable y dramático momento… a efectos de aunar esfuerzos y… redireccionar en el Sistema Integrado de Salud la asistencia de los usuarios de Casa de Galicia”.
Si en todas las áreas esclerosadas de la vida nacional aprendemos a dar vuelta la página y a empezar juntos desde la experiencia adquirida, ¡qué inmenso país podremos edificar!