Por primera vez en la historia de nuestros balotajes ningún candidato podrá presentarse a la ciudadanía con un respaldo mayoritario en ambas Cámaras. Lo que siempre había sido un activo importante para el que había terminado triunfando -Batlle en 1999, Mujica en 2009, Vázquez en 2014 (con la vicepresidencia en noviembre) y Lacalle en 2019- esta vez no ocurrirá. Y este dato debiera de hacernos cambiar la forma de ver la coyuntura política de esta campaña de balotaje.
Los analistas interesados en el triunfo de Orsi destacan que el Frente Amplio (FA) ya cuenta con mayoría en Senadores y que se pueden arreglar acuerdos puntuales con un par de diputados para obtener a su vez mayoría en esa Cámara cada vez que una ley lo requiera.
En realidad, quienes así razonan están jugándole muy en contra al candidato Orsi, ya que están dando por sobreentendido que no es capaz de seducir sensibilidades que se expresaron en otros partidos del Parlamento: solo sería capaz de gobernar con senadores del FA y con acuerdos concretos para tal o cual diputado. ¿Cómo hace entonces Orsi para descontar la ventaja de 84.000 votos que le lleva Delgado con sus apoyos de partidos de la Coalición Republicana (CR) en el balotaje, si ni siquiera sus analistas favorables lo presentan como un articulador capaz de integrar a partidos y sensibilidades distintas a las del FA en las decisiones legislativas?
Otro argumento que tiene a maltraer a un FA que precisa captar votos de partidos de la CR para que Orsi gane el balotaje es que, como el FA ya tiene mayoría absoluta en Senadores, de ganar Delgado el balotaje iríamos a un escenario de ingobernabilidad. Para retomar el argumento del conocido politólogo Bottinelli, “la capacidad de bloqueo que tiene el FA en el Senado en caso de ser oposición es total”.
¿Se puede seducir a votantes que no se alinearon con Orsi en la primera vuelta amenazando al país con el chantaje de que si no gana el candidato del FA -que recibió menos de 44% en octubre-, la izquierda en el Senado bloqueará a Delgado a pesar de haber sido electo por mayoría popular?
Es evidente que de ganar Delgado habrá que ir a un escenario de grandes acuerdos nacionales. ¿Acaso no es lo que ha reclamado el FA en estos años de administración Lacalle Pou? Y es claro que esos acuerdos encontrarán puntos de encuentro alejados del extremo político que es, por ejemplo, seguir pretendiendo ir contra las AFAP luego del resultado de la papeleta blanca de la semana pasada. De ganar Delgado el desafío para el FA será asumir una actitud responsable en la oposición, de manera de acercarse hacia el centro del espectro político y avenirse a acordar con la mayoría del país: la que votó a la CR en octubre, y la que habrá votado a Delgado en noviembre.
Pero si el FA no está dispuesto a acordar con el gobierno y pretende ir al chantaje permanente en Senadores, la Constitución tiene respuestas para evitar la parálisis de gobierno. En primer lugar, si Delgado gana el balotaje estará en el gobierno la misma CR que hoy, por lo que si los senadores izquierdistas no prestan sus votos para renovar autoridades en entes del Estado simplemente mantendrán sus cargos quienes hoy los dirigen: no se renovarán los directores de la CR y tampoco los del FA. Obviamente no es el mejor escenario, pero la gobernabilidad está garantizada y con la continuidad del signo político actual en el gobierno de Delgado.
En segundo lugar, si el FA actúa bloqueando todas las leyes de iniciativa del Ejecutivo, existe un amplio espectro de decisiones que son abarcadas por los decretos. En el mismo sentido, si el chantaje del FA se extiende a no votar un nuevo presupuesto quinquenal, el gobierno de Delgado conservará el de la administración anterior, es decir el definido en el gobierno de Lacalle Pou.
Y finalmente, si el FA persiste en su necedad y pretende con su mayoría en Senadores hacer caer ministros sin ton ni son, entonces la Constitución también prevé que haya una instancia de disolución de las Cámaras de manera de que sea el pueblo el que defina políticamente si esa actitud de sistemático bloqueo, ya invocado por Bottinelli, es lo que los uruguayos quieren como rumbo para el país.
Estamos en una situación nueva. La conformación del Legislativo obliga a negociar. La actitud frenteamplista hacia el balotaje es que hay que votar a la izquierda porque ya tiene mayoría en Senadores y porque, si pierde, bloqueará a la CR mayoritaria de octubre. El país precisa, en verdad, otra cosa: el talante articulador de Delgado.