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El gran pecado que cometió el Dr. Miguel Asqueta con sus polémicas declaraciones de hace unos días, fue hablar claro.
El número tres del MSP dijo en una entrevista con El Observador que “el virus no va a desaparecer del país”, que no es posible “meterlo en un pozo” y que aunque se espere por meses en cuarentena, algún día tendremos que salir a la calle, y él estará allí. Aclarando que la estrategia ideal es evitar el subidón inicial de la epidemia, para no colapsar los servicios de salud, y que después se vaya dando un proceso natural de inmunización de la sociedad.
Desde que comenzó esta pesadilla, el gran problema es que las autoridades, de aquí y de allá, nos conminaban a quedarnos en casa, pero no nos decían para qué. Sí que había que “aplanar la curva”, pero... ¿hasta cuándo? ¿Cómo se salía de este encierro voluntario? ¿Cuál era la estrategia? A menos que apareciera una cura milagrosa, o una vacuna que ya sabemos que no va a estar antes de un año, nadie nos daba una idea clara de cómo seguiría la cosa.
Asqueta lo hizo y así le fue.
Las declaraciones del jerarca generaron una tormenta de críticas. Empezando por el Sindicato Médico (¡qué raro!), siguiendo por algún venerable profesor (que no está en ningún grupo asesor), y terminando con una cantidad de periodistas y “comunicadores”, que abordan este tema más desde la pasión y la histeria, que desde el sentido común y el raciocinio. Incluso desde el propio gobierno se salió a desmarcarse de las palabras de Asqueta. A ver, vamos a disipar problemas de comprensión. Podemos discutir si las palabras del jerarca están en línea con la estrategia comunicacional del gobierno, si fue la mejor forma o el mejor momento para decir lo que dijo. Eso será tema de debate interno en el gobierno. Pero no que no sea verdad.
El pecado del jerarca fue decir en voz alta lo que todos los expertos dicen por lo bajo. Una vacuna va a demorar más de un año, y no es posible tener a un país encerrado todo ese tiempo. De alguna forma, debemos aprender a convivir con esta nueva realidad.
Acá hay un par de cosas que hay que dejar en claro. Este virus no lo pidió nadie, no es culpa de nadie, al menos no en Uruguay. Es un hecho de la realidad con el cual gobierno y sociedad tenemos que apechugar. Mientras no haya una cura, el virus va a circular, muchos nos vamos a enfermar, algunos pocos (entre 10 y 15%) va a precisar asistencia médica, y un porcentaje mínimo va a morir. Según la letalidad en Uruguay, más o menos un 1%.
Quedarnos encerrados en casa solo sirve para frenar el crecimiento exponencial del mismo. Pero no es una solución mágica, tiene costos enormes (sobre todo para los más pobres) y no se puede mantener para siempre. Lo tan terrible que dijo Asqueta, es lo que están poniendo en marcha casi todos los países del mundo, incluso los más afectados como España o Italia, que pese a tener todavía centenares de muertos diarios, ya están “aflojando” su cuarentena.
Cuidando a los más vulnerables, claro, manteniendo normas de higiene, por supuesto. Pero hoy tenemos por un lado, a gente de buena fe, asustada, impactada por lo que ve en las noticias, que se aferra al encierro hogareño, como si fuera una solución que no es. La tarea de los médicos y gobernantes es explicarle, como a uno le explican cuando tiene una enfermedad complicada, la realidad de las cosas, y lo que se puede y no se puede hacer. Eso fue lo que hizo Asqueta. ¿O alguien cree que podemos estar encerrados hasta que haya una vacuna? No. No se puede. Eso, en lenguaje médico, sería un encarnizamiento terapéutico.
Después hay otra gente. Gente sin escrúpulos, que mira esto como una cuestión política, y que cree que puede obtener una ventajita si embreta al gobierno y le tira en contra a una opinión pública temerosa y desesperada. Son los que desde el día uno clamaban por una cuarentena forzosa como si el mundo se fuera a venir abajo si no se hacía, y luego tuvieron que recular al ver que no tenían razón. Gente que ahora azuza estupideces como decir que quienes quieren levantar la cuarentena son empresarios codiciosos y especuladores económicos. Malvados que pondrían la plata por encima de la vida. ¿Se puede ser tan miserable? La gente con plata es la que más fácil puede pasar la cuarentena. Vaya a un asentamiento y vea si allí la gente puede estar en sus casas seis meses.
Como la comprensión lectora no es uno de los aspectos más destacados hoy de sectores crecientes de la población, vamos a ser claros. El gobierno quiere lo mejor para la sociedad, tiene un grupo asesor de primer nivel, están tratado de capear este temporal de la mejor manera posible. Y lo vienen haciendo bastante bien. Ellos definirán cuándo hay que levantar o no la cuarentena. Hay que dejarlos trabajar, hay que explicarle la realidad a la gente y respetar su capacidad de comprensión. Pero, sobre todo, hay que marcar a fuego a los que son capaces de especular con el miedo de los uruguayos.