Autitos chocadores

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La maraña de contradicciones en que se metió el Frente Amplio esta semana respecto al plebiscito del Pit-Cnt parece no tener fin. Como en el popular juego del Parque Rodó, parece que los dirigentes de izquierda se divirtieran en chocarse todos contra todos, incapaces de seguir un rumbo común en procura de destino alguno.

Primero fue la designación de Gabriel Oddone como eventual ministro de Economía, aparentemente motivada a tranquilizar a los mercados por la conocida posición de ese economista, contraria a la iniciativa sindical. Apenas horas antes, la dirigente Constanza Moreira había reiterado el repudio a Oddone que antes había surgido de otras figuras prominentes como Juan Castillo y el propio Fernando Pereira. Choques múltiples ante una sorprendida ciudadanía. Inesperadamente Oddone complicó aún más la cosa en su primera presentación pública como posible ministro: restó importancia a las derivaciones de aprobarse el plebiscito, asegurando que serían manejables. En otro evento, al día siguiente, volvió a aclarar sobre lo aclarado, reconociendo que de triunfar el plebiscito la situación sería complicada. Trató de justificar su despreocupación del día anterior en que no había que agitar las aguas para no echar sombra sobre la imagen de confiabilidad del país. Leonardo Costa llevó ese argumento a un límite sorprendente, al declarar en el programa En perspectiva que “entiendo que los empresarios, así como los trabajadores, puedan manifestarse en forma fatalista en una u otra posición. Lo que digo es que cuando el gobierno -y esto para mí es un error estratégico enorme- dice que si pasa esto es el fin del mundo, si llega a pasar es una profecía autocumplida”. Inversión de la carga de la prueba: no son la propuesta de los bolches y el silencio del FA los culpables del desastre, sino que lo será el gobierno por haber advertido sobre él, para que la gente no lo votara. ¡Genial!

En la misma línea opinó Ernesto Murro, el expresidente frenteamplista del BPS que siempre soñó con la eliminación de las AFAP y por suerte pudo ser frenado por Danilo Astori. “Soy un hombre viejo y tengo todos los plebiscitos sobre el lomo desde 1989 hasta acá. Sugiero que analicen la historia, como cada vez que enfrentamos un plebiscito por la seguridad social, entramos en cantidad de terrorismos que no ayudan a nada”. Quienes también tenemos plebiscitos sobre el lomo recordamos el ajuste fiscal que debió realizar el entrante gobierno de Lacalle Herrera en 1990, solo para enderezar la economía, porque el año anterior había triunfado el plebiscito que indexaba las jubilaciones al índice medio de salarios. Esa idea había sido cuestionada por Jorge Batlle sin terrorismo, con sentido común, lo que le valdría años más tarde el reconocimiento ciudadano de ser el que “cantaba la justa”. Bailando al ritmo que imponen los radicales, quienes entienden perfectamente que el plebiscito impulsa el país al abismo no se atreven a admitirlo. Con sus medias tintas logran precisamente lo contrario: avalan a los populistas, para que convenzan a más votantes con sus promesas de Disneylandia.

Mientras tanto, dando un mensaje certero a pesar de su delicada condición de salud, José Mujica ha hablado sin pelos en la lengua: “si se aprueba va a armar un caos en el país y un lío importante en relación a la seguridad y estabilidad jurídica”.

Si lo advierte el gobierno, comete un “enorme error estratégico”, pero si lo dice Mujica, ¿está todo bien?

La verdad es que tantas contradicciones en un tema de tal relevancia para el país, son más que inquietantes: generan pavor.

El FA es hoy un partido con opción de poder y lo menos que debería exigírsele es que defina una posición única y compacta sobre un tema que compromete en forma tan grave la estabilidad del país. Si no son capaces de hacerlo ahora, si tratan de silenciar el tema “suponiendo” que el Sí no va a ganar, ¿qué se puede esperar si son gobierno?

Vemos este descontrol y no podemos menos que evocar al argentino Fernando de la Rúa, quien asume en 1999 como un presidente de liderazgo débil, intenta ordenar la economía designando a Ricardo López Murphy pero luego rechaza su plan de ajuste. En su sustitución nomina a un “piloto de tormentas”, Domingo Cavallo, que es el que termina de romper todo, con el resultado bien conocido de una crisis de 2001 que impactó dolorosamente en nuestro suelo.

En el Parque Rodó uno se puede divertir chocándose con sus amigos, pero gestionar los recursos de un país es bastante más serio que eso.

Esperemos que la ciudadanía tome nota.

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