El ingreso a la política de la expresentadora de Subrayado, Blanca Rodríguez, ha generado cierto revuelo en el país. Si bien su filiación política era más o menos conocida (como dijo Fernando Pereira, “este es un país chico y todos nos conocemos), no deja de sorprender que una persona tan celosa de su vida personal, y tan poco afín al contraste de ideas muchas veces torvo de la política, dé este paso sin regreso.
Lo primero que cabe decir, de nuevo compartiendo punto de vista con el presidente del Frente Amplio, (cosa algo perturbadora), es que se trata de una buena noticia para la actividad política en general. Seguramente Rodríguez podrá contagiar algo de su desbordante simpatía y amplitud de miras, a una actividad que hoy está demasiado marcada por la pose y el enojo impostado.
Pero en particular resulta positiva la vía de ingreso a la política que eligió la expresentadora, nada menos que la lista oficial del MPP.
Allí Rodríguez compartirá cartel con figuras con los papiros académica de Charles Carrera, con paladines de la honestidad y la cultura como Daniel Placeres o Susana Pereyra, con personalidades con la amplitud mental e ideológica del senador Sebastián Sabini. Por no mencionar a los hermanos Caggiani, uno que cree que la educación “posta-posta” era la de la vieja RDA, y el otro que no pasa día sin que pierda la oportunidad de defender a Maduro. Dicho esto, ¿qué pensará Blanca Rodríguez de lo que pasa en Venezuela?
Ironías aparte, parece claro que Rodríguez no necesitará de mucho para aportarle un salto significativo en calidad a ese sector. Sector que con sus últimas alianzas parece estar cambiando radicalmente su perfil ideológico. Al menos en apariencia, y en contraste con el otro “polo” dominado por el Partido Comunista y la nube de grupúsculos representantes de esta nueva izquierda neomarxista e identitaria, cuyo discurso parece salido de alguna facultad de ciencias sociales de segundo nivel, del primer mundo.
Pero hay otro tema interesante que pone sobre la mesa la llegada de Blanca Rodríguez a la política partidaria activa. Y es que entierra de una vez y para siempre el famoso latiguillo usado por tantos dirigentes del Frente Amplio de que en Uruguay hubo una especie de “blindaje mediático” para favorecer al actual gobierno.
Esto ha sido denunciado de forma machacona por el propio Fernando Pereira y otros capitostes de la coalición de izquierda.
La realidad es que se trata de una mentira ostentosa. Alcanza ver la forma acrítica y cómplice con que la mayoría de los informativos de TV, portales y semanarios han cubierto las vicisitudes de este gobierno, para descartarlo. Cómo sin aportar ni un gramo de mirada crítica, se convirtieron en caja de resonancia de operaciones mediáticas organizadas por un exdirector de informativos de un canal privado y otro público. Habilitando así que hoy se hable de “escándalos”, como forma de disimular que el 99% de esas denuncias quedaron en la nada cuando fueron examinadas por la justicia.
De hecho, no sería raro que ese exdirector de informativos, hoy trabajando para la radio del MPP, se reúna de nuevo con la expresentadora de Sub-rayado para ahora sin incómodos disimulos, retomar su trabajo conjunto.
La denuncia de “blindaje mediático” era tan burda, que alcanzaba con ver el rostro de la hoy candidata a senadora por el MPP cada vez que tenía que entrevistar al presidente Lacalle Pou, para darse cuenta que no había allí complicidad alguna. Pero como es costumbre en los dirigentes del Frente Amplio desde hace más de medio siglo, la verdad es un obstáculo bastante banal, cuando se trata de la lucha por llegar al poder.
Aunque después tengan el descaro de sugerir que la irrupción de las “fake news” está asociado al empuje de las “ultraderechas”.
Nadie en su sano juicio podrá sostener que una megaconspiración mediática podía imponer a alguien con el peso propio de Blanca Rodríguez, un discurso que chocara tanto con su ahora confirmada visión ideológica de los temas. ¿O sí?
En cualquier caso, estamos ante un momento muy revelador de la política uruguaya. Donde por un lado se transparentan simpatías y miradas sobre el debate público, que era necesario transparentar. Donde, por otro, el Frente Amplio parece estar jugando a fondo para intentar recuperar el poder. Y donde el aporte de figuras como Blanca Rodríguez debiera elevar el nivel de nuestro chato intercambio político cotidiano. Resta ver ahora cómo responderá la Coalición Republicana a este potenciado desafío de la oposición.